Mi amigo, el Quijote

Por el bien de las libertades, espero que el próximo presidente de ANEP también esté dispuesto a ser un Quijote, uno igual al que fue su presidente saliente, mi amigo Jorge Daboub.

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24 April 2016

Desde mucho antes de ejercer la presidencia de la ANEP, Jorge Daboub –muy a su pesar- ya era una figura pública. Digo que “muy a su pesar”, ya que muchos como él, personas inquietas y con probada capacidad,  desearían haber podido disfrutar las mieles del dulce anonimato y dedicarse a su familia y a lo que bien saben hacer: producir y competir en buena lid dentro del sector privado.

Conocí a Jorge –Coqui, para sus amigos-, en el Liceo Salvadoreño. A fuerza de ser sincero, nunca me imaginé que ese inquieto muchacho de incansable energía, que departía en sano compañerismo con sus pantalones “caqui” en el “Jardín Guirola”, iba a convertirse en el defensor de muchos de los ideales republicanos que hacen que El Salvador todavía continúe siendo un país democrático, con libertad económica y libertad de expresión. Luego del bachillerato, en plena guerra civil, tuvo que experimentar una de las pruebas más difíciles que puede pasar una persona y una familia: un secuestro. Todavía los enemigos de la democracia utilizaban esos procedimientos para buscar financiar una guerra que pronto llegaría a su fin, pero antes de la firma de los Acuerdos de Paz, Jorge tuvo que pagar un precio por su libertad, quizás es por eso que ahora él la aprecia tanto; y es que nadie aprecia tanto la libertad más que aquel que la ha perdido por la decisión y la malicia de otros. 

Saliendo de esa terrible experiencia, decide estudiar fuera, decisión que no extrañó a nadie; lo que sí fue extraño es que, habiendo salido graduado con honores de su carrera como ingeniero industrial, decidiera regresar a trabajar al país en que había experimentado tan duras pruebas y que brindaba tan pocas oportunidades de desarrollo al encontrarse devastado por una guerra fratricida, pero ahí es donde se distinguen los patriotas: cuando responden al llamado de trabajar por su patria cuando ésta los necesita.

No obstante sus numerosos méritos académicos, Jorge optó por iniciar ejerciendo las funciones operativas y administrativas más básicas dentro de su empresa. No era raro verlo, recién graduado, manejando personalmente los equipos y maquinarias de la empresa junto a los operarios, con quienes mantuvo franca camaradería, y es que de acuerdo a sus palabras: “No podía darme el lujo de pretender administrar la empresa si no conozco de forma personal cómo funciona adecuadamente”, y no había mejor forma de aprenderlo que trabajar hombro con hombro con los obreros y operarios, junto a los cuales, casualmente, años después, luchó -asimismo, hombro con hombro- para defender sus ahorros de pensiones. Ellos le enseñaron cómo manejar una máquina, él les apoyó en la defensa de sus derechos. Círculo virtuoso en donde los intereses del empresario convergen con los intereses de los trabajadores.

Me consta que ejercer como presidente de una asociación gremial  que ha actuado como portaestandarte de la defensa de las libertades, de los principios de una sociedad libre, como garantes de un sistema en el que las empresas pueden invertir, generar empleo y trabajar tranquilamente en pro del desarrollo económico de El Salvador, no ha sido fácil. “Dar la cara” por muchos siempre implica un costo: críticas, señalamientos, polarización, rechazo, amenazas e insultos por montones. Aceptar ser el Quijote de las libertades siempre implica un sacrificio que no muchos están dispuestos a pagar. Ahora que su gestión en ANEP llega a su fin, estamos claros que muy pocas posibilidades de desarrollo existirán si el gobierno, en lugar de garantizar la seguridad jurídica y mejorar sus servicios a la población, se dedica a antagonizar con el sector privado y a recurrir al oneroso populismo y a la división de la sociedad para encubrir las deficiencias que pueda tener su gestión pública; en ese sentido, los salvadoreños esperamos que el próximo presidente de la gremial continúe con la mística de Jorge, que mantenga su capacidad de confrontación a todo aquella iniciativa gubernamental que implique un atentado contra las libertades civiles, y que si bien es cierto, esté abierto al diálogo, sea un diálogo que implique compromiso y transparencia de ambas vías. 

ANEP tiene dos excelentes candidatos para ejercer su presidencia, esperamos que ambos estén claros que para que El Salvador tenga futuro, tendremos que recorrer un camino que no es fácil. El día que perdamos de vista que lo más importante es la libertad y la democracia, todo estará perdido. No podemos permitir que eso suceda y por ello, por el bien de las libertades, espero que el próximo presidente de la gremial, también esté dispuesto a ser un Quijote, uno igual al que fue su presidente saliente, mi amigo Jorge Daboub.  
 

*Abogado, máster en leyes.