Es una buena noticia que los más jóvenes en la Asamblea Legislativa constituyan su propio grupo parlamentario. Así lo anunciaron hace algunos días los diputados y diputadas entre 25 y 35 años aclarando que uno de los asuntos principales de su agenda será el de la prevención de la violencia. La decisión es atinada porque los muertos provienen principalmente de la juventud salvadoreña.
Sin embargo a la idea deben sumársele otras tantas cuestiones por el interés nacional que suscitan. Impulsar con determinación la lucha contra la corrupción es una de ellas. La ola que traspasa América Latina llegó a El Salvador y es el momento de fijar los “mojones” a partir de los cuales se medirán la probidad y la honestidad de los funcionarios públicos en el futuro. Por esa razón, esta agrupación está llamada a luchar por la aprobación de una nueva legislación que corrija las omisiones de la ley de probidad que está siendo objeto de control constitucional. Los “benjamines” del Órgano Legislativo harían bien en proponer a sus respectivas fracciones la elaboración de un nuevo proyecto que además de subsanar el aspecto mencionado, incluyera novedosas y funcionales herramientas que dotaran a la sección de probidad de mayores facultades, presupuesto y autonomía funcional. De esta manera contribuirían al fortalecimiento institucional por el cual vienen trabajando los magistrados de la Corte Suprema de Justicia a través de la instancia encargada de controlar la probidad pública.
Es recomendable asimismo que los legisladores que integrarán esta inédita agrupación atiendan, urgentemente, la epidemia de “la antipolítica” que recorre las Américas y otros continentes. Es tal el descontento ciudadano, y principalmente el de la juventud, que personajes como Donald Trump en los Estados Unidos, Pablo Iglesias en España o Alexis Tsipras en Grecia, han encontrado en el desprestigio de los partidos tradicionales una vía fácil para acceder al poder. Antes lo hicieron Chávez, Morales y Correa en Venezuela, Bolivia y Ecuador, respectivamente. Por esa razón los jóvenes que ahora pretenden formar su propio grupo parlamentario tienen que activar la polémica sobre la transparencia de las finanzas en sus institutos políticos, la promoción de la democracia interna para que las autoridades de los partidos y los candidatos a cargos de elección popular no se designen “a dedo”, y el debate de las ideas entre todos los militantes para que los programas de gobierno incorporen propuestas originales que resuelvan los más inquietantes problemas del país.
Los que recién inician su carrera política harían muy mal en ignorar la tormenta que ya azota a algunos sistemas y que arriesga aceleradamente la existencia de las organizaciones políticas. Lamentablemente se está pavimentando el acceso al poder para los “outsider” o para quienes pretenden hacer de los partidos sus “trincheras políticas” con el objetivo de concretar sus propias ambiciones y no las de la militancia o las del pueblo entero.
A los legisladores jóvenes les corresponde también involucrarse de manera protagónica en la coyuntura nacional. Ciertamente es importante que alienten el “primer empleo” lo mismo que el deporte y un programa de valores y principios para evitar embarazos en las adolescentes y para fomentar el respeto a la vida desde el momento de la concepción hasta la muerte natural así como la importancia de la familia tradicional.
Pero también es necesario que este conjunto de diputados y diputadas se pronuncien en temas como el de la reforma de pensiones y el de un pacto fiscal integral. Darían un buen ejemplo a la ciudadanía si la controversia sobre estos aspectos fuera del más alto nivel técnico y, como ellos manifestaron, sin que la “ideología partidaria” contamine la discusión. Nos encontramos en un momento propicio para agrupar a quienes creen en las instituciones y en el funcionamiento independiente de las mismas en cumplimiento del Estado de derecho. Que sean los jóvenes parlamentarios quienes enarbolen esta bandera y recuperen así la dignidad de la política podría enrumbar la credibilidad de los partidos que por ahora pasan por una grave crisis cuya solución es necesario considerar con prontitud.
Finalmente es básico y elemental que los integrantes de este grupo continúen formándose académicamente para elevar la calidad del debate político.
*Columnista de El Diario de Hoy