Para los que no son de por aquí, “pate chucho” se le dice a alguien que le encanta andar de la seca a la meca, tal como lo hizo un expresidente salvadoreño de ingrata recordación.
Por su desgracia, el presidente ejercía su cargo justo cuando explotaron las redes sociales, por lo que todo el mundo vio sus fotos en aviones privados, shopping bien acompañado, feliz como una lombriz en su guayabera eterna, rumbeando bien sonado en Miami, disfrazado de Mickey en Orlando.
Qué curioso. No recuerdo muchas fotos de los viajes oficiales del señor presidente. El único que se me viene a la mente es cuando metió la pata, de forma descomunal, al llegar tarde a la cita con Su Santidad. ¡Qué descaro!
Cerca del final de su mandato, las redes hirvieron con fotos de un Ferrari hecho parche, de mansiones “de clase media” y otros pecaditos, incluyendo un spa, modesto regalito para una querida amiguita.
Un opulento estilo de vida pagado con nuestros impuestos, y un abultado patrimonio que ahora es cuestionado por la justicia.
Los salvadoreños exigimos que se destape la olla de los viajes realizados durante el quinquenio del presidente “pate chucho”. No nos tragamos la paja de que no se puede por motivos de seguridad nacional.
Tampoco nos tragamos que no encuentren los récords de tanto viaje. Todos sabemos que están llenos de más asquerosa opulencia. Pero hay algo, que no muchos sabemos. Les cuento:
Dice el Artículo 152 de nuestra Carta Magna: “No podrán ser candidatos a Presidente de la República, el que haya desempeñado la Presidencia de la República por más de seis meses, consecutivos o no, durante el período inmediato anterior”.
Dicho en Caliche, cuando el mero men se iba a chotear, o a dizque trabajar, su vice Sánchez Cerén quedaba de mero men, tal como lo estipula la magnífica.
Entonces, si sale a luz que el presidente, entre el 1 de junio de 2009 y el 31 de mayo de 2014, estuvo fuera más de 180 días, “consecutivos o no”, la candidatura del profe fue inconstitucional, y un candidato inconstitucional, no puede ser presidente. Elemental mi querido Watson.
Un colega triatleta (además es abogado), me abrió los ojos a este semejante rollo con aroma a “Chambagate”.
Agrega mi chero que extraviar récords oficiales es un delito (según el Artículo 286 del Código Penal) que, si madura, es castigado con residencia en Zacatraz, en teoría por tres años, pero en la práctica por uno.
“Cualquier gato se convierte en chivo expiatorio, destruyendo los récords, sabiendo que cuando salga estará pupuso de pisto. Además, hoy en el bote hasta barra show hay” expresó, el abogado triatleta, frunciendo su ceño y moviendo su puño como lo movía Chávez.
¿Y ahora qué hacemos?
¿Convocar a elecciones?
Así como tienen el país, repetir elecciones sería el tiro de gracia del FMLN.
¿Me entiendes, Méndez, por qué no encuentran los récords?
La población, frustrada, clama por la renuncia de Sánchez Cerén, et al, al vivir en pellejo propio semejante incompetencia, y al verlo rindiéndole tributo al difunto Chávez, mientras nuestro país se desangra.
Su posible candidatura inconstitucional alumbra una luz de esperanza.
Por lo tanto, es menester determinar si Sánchez Cerén le cubrió o no el puesto al presidente “pate chucho” por 180 días o más.
Pan para la matata de la Gran Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia. Animamos a sus cuatro magníficos a no desistir hasta que lleguen al meollo del asunto y, Dios mediante, tenga fundamento para lograr la anhelada renuncia del profe.
* Carlos Alfaro
calinalfaro@gmail.com