Existen grandes expectativas sobre la posibilidad de que el candidato del partido Republicano para presidente sea Donald Trump. Esto no quiere decir que va a ser presidente, pero sí quiere decir que él podría serlo. También significa que la dinámica básica del sistema político estadounidense ha cambiado, lo que sugiere que el comportamiento de los Estados Unidos podría cambiar. Y eso hace que Trump genere un gran interés geopolítico.
Una de las críticas que de él se han hecho es en el sentido de que sus partidarios en general tienen poca o nula información, siendo una población blanca que se han convertido en una clase sin afectos en los Estado Unidos y mientras la atención se ha centrado en otros grupos, Trump ha sabido conectar con ellos, abordando sus intereses económicos y culturales, algo que ningún otro candidato ha logrado por mucho tiempo. Su posición en las encuestas refleja una popularidad que se fortalece por su manera de penetrar y controlar el ciclo mediático, muy a pesar de sus acostumbrados insultos, burlas y groserías.
El debate se centra en que el problema con los republicanos es que no se han dado cuenta de que la cuestión definitoria de esta generación es el colapso en el nivel de vida de las clases media y media-baja. Esto es parte de lo que trajo Trump al debate y lo ha colocado a donde está hoy.
El principal problema ha sido la percepción del segmento de población blanca de la clase media-baja, la que percibe que sus problemas son invisibles. Oyen hablar de los afroamericanos o los hispanos y la necesidad de integrarlos en la sociedad. Sin embargo, desde la perspectiva de clase media-baja blanca, se percibe haber poco interés en los desafíos que enfrentan sus características demográficas.
En ese contexto aparece Trump, un hombre rico, de quien se percibe que se ha ganado su riqueza no robando a través de engaños financieros. El hecho de que él es un multimillonario no le hace daño, al contrario, le beneficia. La fantasía de generar divisiones de clases no funciona al referirse a Trump, la clase media-baja admira su opulencia.
Perciben a Trump como un tipo duro, que está dispuesto a mentir, insultar o amenazar y salirse con la suya. Desde el punto de vista de la clase media-baja, ninguna otra opción conseguirá las soluciones que ella necesita. La sola idea de que los mexicanos puedan llegar a pagar por un muro en las fronteras, o decirle a los chinos una que otra cosa, podría no ser práctico, pero la idea de que esa va a ser la manera de tratar con estas naciones a las que consideran responsables de sus miserias, es abrumadoramente seductora.
Cuando aquellas personas que tienen habilidades y que están dispuestas a trabajar no pueden conseguir un trabajo que permitirá a sus familias vivir razonablemente bien, estamos ante un problema. Cuando las estadísticas muestran que un gran número de personas están entrando en esta condición, se trata de una crisis. Cuando hay una crisis, estas personas recurren a los políticos que hablan con ellos y les dan esperanza. ¿Qué más pueden hacer?
Ya sea que Donald Trump planeó su estrategia de forma brillante o simplemente tuvo suerte, no importa, el tipo ha encontrado que en la clase media-baja no se hace lo suficiente para que viva una mejor y digna vida de América. Ya sea que se apoye o rechace a Trump es esencial comprender los fundamentos de su poder y sus límites. Es obvio que Trump ha comprendido las frustraciones de la población blanca de menores ingresos.
*Colaborador de El Diario de Hoy.
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