El hoyo en el que está el país inició y continúa siendo excavado por la sed de poder de los políticos salvadoreños, disfrazada y justificada bajo consignas ideológicas y argumentos de pragmatismo. Esta ambición de poder ha favorecido la adopción de una premisa que progresivamente ha carcomido la integridad de la clase política: “el fin justifica los medios”. He escuchado diferentes versiones de este tipo de justificación de personas de todos los partidos políticos. Así venden interna y, en ocasiones, externamente, estrategias y acciones moralmente reprensibles, opuestas a los intereses ciudadanos y hasta a los principios partidarios de sus respectivos institutos. Así es como la seguridad pública ha sido instrumentalizada, vendida y sacrificada para ganar elecciones y alcanzar otros objetivos políticos.
El audio y las imágenes difundidas la semana pasada por un periódico digital, en el que se escucha a Ernesto Muyshondt y Salvador Ruano, dos de los personajes más visibles del principal partido de oposición, deja claro que todos los partidos políticos han sucumbido ante el poder y la influencia territorial de las pandillas. Aunque se trate de matizar de otra forma, lo que se escucha es una negociación.
Resulta poco creíble que los políticos, sabiendo que las pandillas habían recibido beneficios y promesas de parte del partido oficial, hubiesen coordinado reuniones con cabecillas pandilleros pretendiendo cambiar su compromiso con el oficialismo sin ofrecer nada a cambio. Es poco probable que se haya organizado esa reunión esperando que la habilidad de oratoria de los representantes partidarios fuera tan elocuente y carismática que lograra reconfigurar la brújula moral de los pandilleros y convencerlos de tirar al traste los potenciales beneficios derivados de su pacto con el FMLN.
La interacción entre el partido oficial y las pandillas, en esa coyuntura, aún no había llegado al punto en que las demandas pandilleras no pudiesen ser satisfechas. Al contrario, los ofrecimientos, en ese momento crucial para definir la continuidad en el poder, lógicamente incrementaron. Los pandilleros, que demuestran habilidades de negociación superior a la de los interlocutores partidarios en la grabación, por supuesto, plantean un escenario en el que pudiesen explotar la desesperación de la oposición. El audio no deja duda que su intención era obtener dinero de ese intercambio y, paralelamente, asegurar un plan B.
Hasta la semana pasada, ARENA se mantenía en la mente de los ciudadanos como el contrapeso partidario a la negociación con las pandillas. El discurso de GANA, en ocasiones irracionalmente represivo, nunca ha sido creíble. La cercanía con el partido oficial y el haber llevado como candidato a diputado a una persona con fuertes vínculos a las pandillas, hace que las propuestas y posiciones en seguridad no sean convincentes y que siempre se asocie a sus diputados con la negociación pandillera. El FMLN, aunque trate de alejarse de dicho pacto y proyectar que está combatiendo de frente a los grupos criminales, siempre será vinculado a la negociación pandillera mientras mantenga a funcionarios y voceros ligados a la negociación o que la defendieron de forma directa o indirecta.
A pesar de cargar con estos pecados, el oficialismo y sus aliados han aprovechado la coyuntura para acusar a la oposición de negociar con las pandillas, argumentando que es necesario investigar la situación y determinar la comisión de transgresiones penales.
Todos los partidos están contaminados. Todos han demostrado que la negociación con las pandillas es justificable en la consecución de objetivos partidarios. Sin embargo, la secuencia de contraacusaciones de pactos con pandilleros entre partidos, tienen el potencial de incrementar el creciente descontento ciudadano y, en consecuencia, elevar la presión social para que: (1) los partidos se sometan a cambios tan robustos que se elimine cualquier rastro asociado con una negociación; (2) la Fiscalía produzca resultados ejemplarizantes sobre la negociación inicial con las pandillas, propiciada por el gobierno de Mauricio Funes.
*Criminólogo
@cponce_sv