Dos semanas después, quizá pocos recuerdan a los trabajadores de la electricidad masacrados en Opico. Qué tristeza que así ocurra con los miles de salvadoreños que mueren a diario y que sus casos queden en la impunidad y el olvido, historia que se ha repetido con decenas de miles en los últimos años.
Su recuerdo se ha ahogado entre otros escándalos políticos, que como luces de Bengala suben a la opinión pública distrayéndola de las principales lacras del país: la inseguridad y la corrupción.
John Huvane, uno de los principales jefes del equipo de asesoría del exalcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani, puso el dedo en la llaga esta semana: la inseguridad no se supera porque el tema se politiza a conveniencia.
Por eso es que parecía más importante acabarse a un expresidente y a su partido que parar la matanza de cada día. A mí me gustaría que con esa misma energía y entusiasmo se preocuparan por recuperar territorios y le enviaran señales de cero tolerancia y cero impunidad a los delincuentes. Pero no ha sido así. Es mayor el ansia de venganza con el adversario político que la necesidad de parar este holocausto innecesario.
En entrevista con El Diario de Hoy, Huvane planteó por su parte:
“Hay que trabajar juntos para solucionar este proyecto norma. Atacar a la oposición constantemente no solucionará nada”, dijo.
El especialista en materia de seguridad insiste mucho en el tema de luchar contra la corrupción en las fuerzas de seguridad y en el sistema penitenciario.
Sobre las propuestas que se han planteado hasta ahora dijo que “les damos la bienvenida, pero no podemos seguir pateando la lata”, es decir, no se puede seguir en el mismo círculo vicioso.
Huvane no se aventura a decir que El Salvador es un Estado fallido, pero sí advierte que “el país está en una mala posición. Si no buscan ayuda o no atienden las recomendaciones que les dimos, vienen peores días para El Salvador…”.
Pero, sobre todo, el reclamo mayor es que “¿cuántos muertos más debemos seguir viendo para dar pasos adelante?... Tiene que haber un plan no solo vivir de recomendaciones. Hay que hacer algo…”.
Sin embargo, si a las autoridades les preocupa más saludar al “comandante eterno” que acompañar a las familias de las víctimas de la violencia, se avizoran peores días, como vaticina Huvane.
Tan politizada ha estado la inseguridad que en la década anterior, cuando el gobierno de derecha o el Fiscal General intentaban desarrollar un plan, la izquierda radical y sus jueces afectos lo boicoteaban.
Los diputados Antonio Almendáriz y Rodrigo Ávila advirtieron en televisión que es necesario hacer cambios efectivos en el combate de la criminalidad, porque si se mantienen los mismos métodos, se tendrán los mismos resultados.
Almendáriz, quien es coronel retirado, desde su experiencia militar plantea que las fuerzas de seguridad deberían trabajar con base en resultados y ponía como ejemplo que los jefes de tropa no terminan la misión hasta que han recuperado y pacificado un territorio. Actualmente, la policía llega a una zona, se está un tiempo y después lo abandona, lo cual aprovechan los delincuentes para volver a apoderarse de él.
De igual manera, Ávila planteó que el estado de emergencia debe decretarse en las cárceles para impedir que sigan saliendo órdenes de asesinatos y extorsiones.
Por nuestra parte, tenemos que luchar contra esa amnesia social que minimiza hechos que en otros países ya hubieran causado conmoción y la determinación de que no vuelvan a ocurrir. Si no, seguimos en ese círculo vicioso de ver crímenes-quedarnos con los brazos cruzados-ver crímenes-quedarnos con los brazos cruzados… ad infinitum.
Solo miren a los brasileños, que en multitudes han salido resueltos a las calles a protestar contra la corrupción y la burla y no han permitido que los distraigan de ese propósito.
Volviendo a El Salvador, propuestas hay muchas en el tema de la seguridad, pero lo importante, como dice Huvane, es dejar de seguir pateando la lata y “hacer algo”, pues de lo contrario vendrán peores días.
El especialista cerró su entrevista diciendo que ya no quería seguir leyendo en los periódicos las historias de muerte y terror en El Salvador. Pero precisamente eso no depende de él, sino de todos nosotros.
* Editor Subjefe de El Diario de Hoy