¿Dónde está la felicidad?

Una encuesta realizada en Estados Unidos entre jóvenes universitarios, con la pregunta ¿cuánto gastan en ellos y en otros?, confirma que el nivel de felicidad es mayor, cuánto más se invierte en los demás

descripción de la imagen

Por

19 March 2016

Parece un mal chiste hablar de felicidad en un país que llora cada día la muerte de decenas de ciudadanos útiles, mientras el gobierno alaba sus fallidas estrategias para combatir la violencia, pero sin prestar la mínima atención a los planes de seguridad presentados por especialistas internacionales.

Pero tiene actualidad, un artículo de la revista AVIANCA titulado: “Dime en qué gastas, y te diré qué tan feliz eres”, una investigación realizada por el Dr. Michael Norton, profesor de la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard, resumida en un ensayo sobre “Dinero Feliz: la ciencia de gastar inteligentemente” que coincide con los criterios de la Lic. Andrea V. Morales, Magister en Psicología del Consumidor.

Afirman que “al adquirir bienes para uno mismo se experimenta la felicidad en el momento de comprar, pero posteriormente es difícil recordarla, y no registra niveles de alegría. Mientras que invertir en los demás en forma de regalos, donaciones o apoyo a obras de beneficio social, independientemente de la cantidad o precio, genera una sensación duradera de felicidad, que trae constantemente buenos recuerdos. Porque el impacto positivo en la vida de los demás produce alegría, y nos hace sentirnos generosos”.

Esta placentera sensación obedece a la certeza de que ese gesto marcará la diferencia en la vida de un ser humano. Fenómeno que no es exclusivo de países desarrollados y personas con altos niveles económicos, que pueden darse el lujo de pensar en los demás, porque la felicidad no depende de hacer cosas increíbles. Los resultados han sido similares en países del tercer mundo, donde las necesidades básicas de la mayoría de la población no están satisfechas, pero que siempre existe la posibilidad de realizar pequeños gestos de solidaridad con otros.

Una encuesta realizada en Estados Unidos entre jóvenes universitarios, con la pregunta ¿cuánto gastan en ellos y en otros?, confirma que el nivel de felicidad es mayor, cuánto más se invierte en los demás. 

En nuestra realidad actual, ¿cuál es el nivel de felicidad de los salvadoreños? Porque en momentos de grave crisis económica, sorprende la decisión de los diputados de asignar más policías para cuidar el recinto legislativo, cuando hay territorios dominados por pandillas donde no hay posibilidades de enviar más efectivos, y que cada diputado cuenta ya con personal asignado para velar por su seguridad. Y los magistrados del TSE, que urgen de $850 en gastos de representación, además de su salario.

Si estos funcionarios recordaran la canción de los Beatles “El dinero no compra la felicidad”, seguramente serían más felices si tomaran la valiente decisión de renunciar a privilegios innecesarios, como viajes, viáticos, comilonas y sesiones en hoteles, y destinar estos recursos para dotar a los hospitales de medicinas y ropa, mejorar las instalaciones y la seguridad de las escuelas y revisar los salarios de maestros y policías. 

Pero como los salvadoreños siempre nos hemos distinguido por ser generosos y solidarios, en este momento en que todos nos preguntamos ¿qué podemos hacer?, están surgiendo ambiciosas iniciativas desde la sociedad civil, para hacer de este país un lugar mejor, mediante un cambio de mentalidad entre los ciudadanos: No necesitamos emigrar, porque ser salvadoreño es sinónimo de trabajo, solidaridad y optimismo. Que la violencia no nos puede humillar, sino enseñarnos a trabajar unidos para recuperar esa dignidad y autoestima que pareciera haberse perdido, y que surgirá si cada uno nos convertimos en artesanos de la paz, solidarios con quien tiene, sabe y puede menos que nosotros. Y seremos más felices. Que Dios nos ilumine en esta Semana Santa

*Columnista de El Diario de Hoy.