Dos mujeres jóvenes, una con la mirada perdida, aterrada y aturdida, con la ropa desaliñada, herida y otra mujer, con manchas de sangre pero hablando por teléfono, es una de las fotografías que ha dado la vuelta al mundo, ha sido publicada en innumerables periódicos del planeta porque de manera gráfica, dramática y sobria muestra el atentado terrorista en el aeropuerto de Bélgica y en el metro de la ciudad que dejó decenas de muertos y heridos.
La imagen fue tomada por la periodista Ketevan Kardava, quien se encontraba en el aeropuerto en los momentos cruciales del atentado del ISIS; la fotógrafa cuenta, tal como lo consigna el periódico argentino “El Clarín”, que momentos después de la explosión el primer instinto que tuvo fue salir corriendo, abandonar el sitio de la tragedia y salvar su vida, sin embargo, salió a relucir la profesión y toma su cámara y comienza a registrar lo que había a su alrededor.
“En todos lados había polvo y humo. Alrededor mío había docenas de personas sin piernas, tendidas sobre la sangre….”, describe Kardava. La primera reacción de la periodista “fue mirarse para ver si aún tenía sus piernas…no podría creer que todavía tuviera piernas, estaba en estado de shock”, se detalla en el artículo de “El Clarín”.
Menos de un minuto después, una segunda explosión, “quería correr a un lugar seguro. Pero también quería tomar fotos. Como periodista, era mi deber tomar esas imágenes y mostrar al mundo lo que estaba pasando. Sabía que era la única en ese punto”, relata el artículo del matutino argentino.
Tres cuestiones: uno, ¿qué hacer, salvar el pellejo, ayudar a los más necesitados o hacer el trabajo que corresponde?; dos, ¿cómo cubrir noticiosamente eventos como este, donde los actos terroristas no solo provocan dolor, impotencia y postración mental, sino que corre la sangre y las escenas más dantescas hacen su aparición?; y tres, todavía más a fondo: ¿esconder el terror, atacarlo o hacerlo visible lo más que se pueda?
En otras palabras, estas tres preguntas tienen que ver con la ética periodística. Esta es la diferencia entre hacer y no hacer periodismo, de hacerlo profesionalmente, no solo con la técnica adecuada y depurada, sino guiado bajo valores y principios claros bien definidos. Y es que hacer periodismo no es solamente estar en el sitio indicado en la hora adecuada, donde los hechos ameritan consignarse para convertirse en noticia, sino que debe de tenerse una claridad mental, ética sólida y clara.
Salir corriendo es la primera reacción como humano que suele aparecer cuando estamos en situaciones límites de violencia; “salvar el pellejo” es lo primero que nace ante lo inesperado de un hecho violento. De igual manera, y acá entramos en un segundo nivel de reacción humana, solidarizarse con el que está más amolado…sí, salvarse primero, pero también ver cómo ayudo al que está a mi alrededor. Y antes de tomar fotos, ayudo al que está a mi lado. Hay innumerables discusiones sobre el tema, todas tocan a fondo el deber ser ético donde, antes que una buena foto, está ayudar a la víctima. Sin embargo, y acá me decanto por una posición clara, así como el médico tiene que quedarse a la par de las víctimas para ayudar, el periodista tiene que hacer su trabajo, y este es recoger los hechos para que el público los conozca…no hay vuelta de hoja.
Esto me lleva a otro punto, ¿cómo hacerlo?, la primera tentación es recoger la sangre tal cual…acá surge el “amarillismo” propio y particular del periodismo de antes y de hoy, donde se pone énfasis en el cómo, sin importar el qué. Acá entramos a un punto sensible y de elaboración mucho más sofisticada aunque más elemental, como lo es respetar el dolor ajeno, respetar incluso la condición personal e individual de cada víctima. En este sentido, la foto de Kardava es una muestra de la “fineza” para recoger una acción dramática pero sin romper ni la intimidad ni el dolor de las víctimas.
Qué difícil es hacer esto, sobre todo cuando los hechos criminales, la violencia y la barbarie hacen su aparición; en este sentido, y también me decanto por esto, hay momentos que no queda de otra que reportar y publicar los hechos de violencia tal cual para dar “un campanazo” y mostrar hasta dónde ha llegado la barbarie en nuestra sociedad…esconder el terror es hacer el juego a los terroristas….no, no, tajantemente, hacer noticias de esto es mostrar hasta dónde ha llegado la humanidad. Mostrar qué dementes, que la violencia ciega, los extremismos y la intolerancia anidan en nuestra sociedad.
*Editor Jefe de El Diario de Hoy.
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