Carta a la doctora María Isabel Rodríguez

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04 October 2013

Estimada Chabelita:

Tengo ratos de no mandarle ninguna de mis cartas críticas. Tal vez porque asumo que usted ya sabe lo que está mal en su gestión, pero no la dejan hacer lo correcto. Tal vez porque me lo impide el cariño y respeto que le tengo. Confieso que con usted no soy nada parcial. La quiero demasiado, y odio la idea que usted está permitiendo que este gobierno se aproveche de usted, su nombre, su integridad.

Sólo pensar que el presidente, sabiendo que usted no sabe decir no cuando se le pide servir a su país, encargó el ministerio más complicado a una señora de (entonces, en el 2009) 87 años de edad, me calienta la cabeza. Por otra parte, podemos estar felices que usted sea la ministra de Salud y no Violeta Menjívar. Muchas cosas se han hecho mejor, porque usted está ahí. Pero muchas cosas han salido horribles, y parte de la culpa es suya. Por esto le tengo que escribir esta carta.

Querida Chabelita: Yo sé que en la solicitud que usted hizo para el presupuesto, estaba incluido el dinero para pagar a su gente el escalafón. Yo sé que usted ha dado la batalla, pero el ministro de Haciendo no le hizo caso. Y el presidente, como de costumbre, la dejó sola.

Entonces, ¿por qué no renunció? ¿Por qué no dijo en público que está apoyando, 100 por ciento, a sus médicos y sus enfermeras en su pleito con un gobierno que no sabe definir sus prioridades? Un ministro de Salud (o de Educación, de Seguridad), que tiene que exigir tanto sacrificio y tanta entrega a sus médicos y enfermeras (sus profesores, sus policías), tiene la obligación de respaldarlos cuando el presidente los deja solos.

Tal vez esto no se espera de un ministro burócrata. Pero sí de una ministra como usted que es médico, que conoce el sacrificio que a diario se hace en los hospitales. Usted sabe que en estas profesiones (medicina, educación, policía) la gente solo funcionan si se siente motivado y respaldada por la sociedad y el Estado.

Doctora, yo conozco docenas de médicos que, no importando diferencias en otros puntos y políticas, esperan de usted liderazgo, solidaridad y ánimo. Si no usted, doctora, ¿quién en el gobierno va a entender a los miles de enfermeras y médicos, las condiciones de su trabajo y sus problemas sociales? Nadie. Al callarse usted, ellos realmente están solos. Y esto es una terrible noticia, no sólo para los médicos, sino para todos nosotros que necesitamos médicos bien motivados, decentemente pagados, dispuestos a servir.

Creo que usted, ministra, no tiene conciencia del poder que tiene. Poder moral. Si usted, en vez de callarse ante los errores del gobierno, se pusiera a la cabeza del gremio de médicos, exigiendo al gobierno poner los fondos necesarios para medicinas, para el funcionamiento de los hospitales y para pagar decentemente a los médicos y enfermeras... no veo como este gobierno y este presidente resistiría. Y si para esto usted tiene que amenazar con renunciar -y realmente renunciar si fuera necesario- ¡hágalo! ¿No sabe usted que el presidente la necesita, porque es la única persona decente en su gabinete?

Saludos, Paolo Lüers