BRASILIA. El nuevo escándalo de corrupción que se cierne en torno al presidente brasileño, Michel Temer, causó ayer la renuncia de uno de sus asesores y desató conjeturas, luego negadas, sobre la dimisión de uno de sus principales ministros.
La renuncia presentada por el asesor especial de la Presidencia José Yunes fue la primera consecuencia directa de las informaciones obtenidas por la prensa sobre las delaciones que un grupo de 77 antiguos directores de la empresa Odebrecht ha acordado en el marco de un proceso de cooperación judicial.
En la mayoría de los casos, se trata de revelaciones sobre la forma en que esa empresa pagaba las coimas negociadas con políticos a cambio de ventajas en contratos, muchos de ellos relativos a sus operaciones con la estatal Petrobras, que es el centro de un grave escándalo de corrupción que salpica a todo el arco partidario.
En la carta remitida al mandatario, difundida por la oficina de la prensa de la Presidencia, Yunes dijo que había decidido dimitir para “preservar” su “dignidad” y “mantener encendida la llama cívica” que le hace “creer en los inmensos potenciales del país”.
Según la prensa local, Yunes ha sido implicado en asuntos de financiación ilegal de campañas asociados a la red de corrupción en Petrobras por un exdirectivo de Odebrecht que colabora con la justicia y que también ha salpicado al propio Temer.
De acuerdo con esas informaciones, el exdirector de Relaciones Institucionales de Odebrecht Claudio Melo dijo que Temer pidió a la empresa 10 millones de reales (unos tres millones de dólares) para la campaña de 2014, en la que era compañero de fórmula de Dilma Rousseff, destituida en agosto y a quien sustituye desde entonces.
Yunes, según Melo, recibió en efectivo parte de ese dinero, pero el ahora exasesor de Temer lo rechazó en forma enérgica y calificó esas acusaciones de “abyectas”.
El propio Temer ya ha negado con énfasis esas denuncias, que además han salpicado a dos de sus más influyentes ministros y a decenas de políticos que en su mayoría pertenecen a partidos de su amplia base parlamentaria.
Sin embargo, el diario Folha de Sao Paulo dijo hoy que, según fuentes de la investigación, las acusaciones contra Temer han sido confirmadas por Marcelo Odebrecht, expresidente de la constructora ya condenado a prisión por esos asuntos y quien también colabora con la justicia.
Según Folha de Sao Paulo, Odebrecht confirmó en su totalidad el testimonio de Melo y ratificó que el propio Temer había solicitado el dinero para la campaña del hoy gobernante Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), que en esa época presidía.
Otro de los salpicados por la declaración prestada por Melo ha sido el secretario a cargo del plan de privatizaciones del Gobierno, Wellington Moreira Franco, sobre cuya posible renuncia conjeturaba hoy la prensa local.
Sin embargo, Moreira Franco salió al paso de esa hipótesis con una breve nota oficial en la cual afirmó que está “dedicado” a sus tareas de Gobierno. “No abandono las luchas cuando creo en ellas”, afirmó el funcionario, que tiene estatus de ministro.
Fuentes del despacho de Moreira Franco dijeron a Efe que “un ministro no puede renunciar por haber sido citado en una delación” que aún “ni ha sido confirmada por la justicia”, lo que aplicó al propio Temer, mencionado también en los testimonios atribuidos a exdirectivos de Odebrecht.
Las declaraciones que exejecutivos de la empresa han comenzado a prestar ante la justicia han causado inquietud en Brasilia, donde se asegura que el escándalo puede alcanzar a unos 200 políticos de todo el arco ideológico, incluidas decenas de senadores y diputados.
Esta semana, Temer instó a la justicia a acelerar el proceso a fin de que acabe el goteo de informaciones filtradas a la prensa, ya que esa incertidumbre política tiene impacto en la economía y en los intentos de atajar la gravísima crisis financiera del país.
Sin embargo, según los tiempos judiciales, se calcula que el contenido de las informaciones dadas por los antiguos directivos de Odebrecht solo será hecho público en marzo próximo, para cuando muchos prevén un verdadero terremoto político en el país.
La crisis financiera
En medio de los escándalos, el presidente Michel Temer se reunió ayer con autoridades de los estados de Río de Janeiro, Río Grande do Sul y Minas Gerais para negociar salidas a la grave crisis que ha llevado a esas regiones a un virtual estado de quiebra.
Esos tres estados, que históricamente fueron considerados entre los más prósperos del país, han declarado lo que en Brasil se conoce como “calamidad financiera”, que es casi equivalente a una quiebra, en virtud de sus abultadas deudas y escasa recaudación.
El ministro de Hacienda, Henrique Meirelles, quien participó en la reunión, explicó que el Gobierno, que atraviesa su propia crisis fiscal, propuso varias alternativas que incluyen una renegociación de las deudas de esas regiones con el Estado, lo que pudiera aliviar en parte sus flujos de caja.
Meirelles no precisó las sumas adeudadas por cada estado, pero dijo que la renegociación propuesta pasaría en primera instancia por una suspensión temporal de los pagos, que serían reanudados una vez que cada una de esas regiones recupere su capacidad financiera. Aclaró, sin embargo, que el Gobierno exigirá como contrapartida la adopción de medidas de austeridad, que incluirán desde fuertes recortes en el gasto hasta reducción de activos.