Temer asume un país en crisis económica

Otros retos en la lista son los sociales y hasta judiciales, lo que proyecta un gobierno obligado a obtener buenos resultados contrarreloj

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El nuevo presidente de Brasil

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01 September 2016

BRASILIA. Ya confirmado como nuevo presidente de Brasil, Michel Temer , del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), tiene por delante un camino repleto de desafíos económicos, políticos, sociales y hasta judiciales que podrían complicar su corto mandato de dos años y cuatro meses.

“Temer enfrenta un verdadero campo minado y poco tiempo para desactivar las bombas que le dejaron. Su prioridad debe ser económica: revertir la recesión, frenar el desempleo y volver a crecer. 

Para las duras medidas de ajuste que deberá tomar necesitará amplio apoyo político y ya hay roces con su principal aliado, el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), que le impone no desviarse del plan de austeridad”, comentó al diario La Nación Ricardo Ismael, profesor de Ciencia Política de la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro.

“Detener el crecimiento del gasto público es la meta número uno del gobierno y está ligada a todos los problemas que dejó la administración saliente con un enorme déficit. Temer deberá mostrar resultados en ese plano rápido para no perder credibilidad”, apuntó el economista Rubens Ricupero, ex ministro de Economía de otro gobierno de transición como el que fue el de Itamar Franco (1992-1995), tras el impeachment de Fernando Collor de Mello.

El equipo económico de Temer, liderado por el respetado ministro de Economía Henrique Meirelles (ex presidente del Banco Central durante el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva) , ya ha diseñado un plan de acción en este sentido que pretende someter al Congreso cuanto antes, y se ha ganado el respaldo de los mercados financieros y los medios empresariales tanto en Brasil como en el exterior. 

Ya para después de las elecciones municipales quedarían las más impopulares reformas del sistema de jubilaciones (quiere fijar una edad mínima, hoy inexistente, y aumentar la cantidad de años de aportes), y la flexibilización laboral.

Más allá de los problemas económico-políticos que estarán en el primer plano de sus preocupaciones, el nuevo gobierno Temer estará permanentemente amenazado por cuestiones de legitimidad popular y de orden judicial.

“Por la forma en que llegó al Palacio del Planalto, su presidencia será todo el tiempo disputada por el PT y otros sectores de la izquierda que lo consideran un traidor y golpista”, resaltó Paulo Calmon, profesor de Ciencia Política de la Universidad de Brasilia. “Tendrá que hacer grandes esfuerzos para pacificar y unificar el país para que el ambiente conflictivo que vemos hoy le impida gobernar”, agregó.

Para el economista Ricupero, será importante que Temer reitere que no piensa buscar un nuevo mandato en las elecciones de 2018. “Si no, su figura será aún más divisiva para el país”, subrayó y recordó que actualmente Temer goza de una popularidad de apenas un 13%, según las últimas encuestas.

Muchos brasileños asimismo creen que el PMDB buscó asegurarse el poder para obstruir las investigaciones judiciales sobre el esquema de sobornos en Petrobras, que además de salpicar a numerosos políticos del PT también involucró a representantes del PMDB y de otros partidos. En su primer mes al frente del Planalto, Temer ya perdió a tres ministros por acusaciones en torno al “petrolão”, y él mismo ha sido citado como beneficiado del escándalo de corrupción por varios “arrepentidos” que sellaron acuerdos de colaboración con la Justicia.

“El gran riesgo para Temer es que las investigaciones no lleguen a él y terminen debilitando a su gobierno como sucedió con el de Dilma”, advirtió el profesor Ismael.