Todos los días hace el mismo recorrido. El pequeño poblado estadounidense de Longville, Minnesota, es chico. Pero él, cada jornada, camina algo más de 6 kilómetros por la ruta principal de la ciudad para estar con todos. Se trata de Bruno, un perro anciano, que se convirtió en la leyenda viva y la compañía permanente de los habitantes del lugar.
Bruno no es de nadie y es de todos a la vez. "A él le gusta estar con gente todo el tiempo", contó a un noticiero local una vecina. El perro, de un porte enorme, con una mirada tierna, y ya con muchísimas dificultades para trasladarse, recorre el mismo trayecto todos los días. "Es su rutina desde que yo tenga memoria", agregó otra vecina.
El perrito hace más de una década apareció como un cachorro por la zona, traído por un viajante. Una de las personas que vive allí, Larry Lavallee, lo adoptó. Pero el animal, rebelde, no quería saber nada con estar en un solo lugar. Entonces, comenzó su itinerario casa por casa, que dura hasta hoy.
Según el sitio de virales Bored Panda, LaVallee, decidió respetar la libertad de Bruno y su decisión de salir a caminar durante horas, ya que además, siempre logra regresar a casa sin ningun problema.
Pero lo que lo ha convertido en toda una leyenda, es su habilidad de esquivar automóviles, ya que nunca ha tenido algún tipo de altercado o accidente, a pesar de que su viaje incluye un largo tramo de carretera.
Todos los residentes de Longville conocen a Bruno. Le dan de comer y tomar, en diferentes momentos del día. Lo cuidan cuando está desprotegido, mientras que él les entrega cariño, compañía y paz. La comisaría, la biblioteca, la heladería, las oficinas, los comercios: Bruno aparece en todos lados.
Pero como todos, la edad ha empezado a alcanzar al buen Bruno, quien ya no tiene las mismas energías que antes, llegando cada vez más tarde a su querida ciudad:
“El se está poniendo viejo sabes, el no estará mucho tiempo con nosotros”, dice uno de los residentes.
Sin embargo, el legado de Bruno ha quedado cimentado en Longville. ?Es tanto el amor que le tienen que lo denominaron “Embajador perruno del pueblo” y ¡le hicieron una estatua!
Monumento dedicado a Bruno, el perro de Longville.