EE.UU. dividido 15 años después de los atentados del 11-S

Un estudio de Gallup indica que el orgullo nacional estadounidense está en su nivel más bajo desde esos ataques.

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08 September 2016

Por un momento, dio la sensación de que el ataque que estremeció a Estados Unidos habí­a unido al pueblo norteamericano.

Tras los ataques del 11 de septiembre del 2001 surgieron indicios de que los estadounidenses dejaban de lado sus diferencias: en las casas asomaron banderas de la noche a la mañana y en las escaleras del Capitolio los legisladores de ambos partidos cantaron juntos "God Bless America", un verdadero himno patriótico.

Esa cohesión es un lejano recuerdo al cumplirse el domingo el 15to aniversario de los ataques. La encuesta que lleva a cabo Gallup desde hace 15 años revela que el orgullo nacional de los estadounidenses está en su nivel más bajo desde entonces. El paí­s está muy dividido y abundan las discusiones sobre raza, inmigración, seguridad nacional, polí­tica y el desempeño de la policí­a que terminan con portazos.

Jon Hile pensó que podrí­a ayudar en la limpieza de la "zona cero" porque tení­a experiencia en el control de la contaminación industrial. Viajó desde Louisville, Kentucky, para trabajar como voluntario y la experiencia le cambió la vida. Regresó a su ciudad y comenzó a trabajar como bombero.

Hile, quien hoy dirige una empresa de control de riesgos, dice que fue una época de sentimiento comunal, en el que "todos comprendieron lo rápido que pueden cambiar las cosas, lo rápido que uno se puede sentir vulnerable".

Una década y media después, observa una nación en la que los problemas económicos han hecho que la gente piense solo en sí­ misma.

"Ojalá todos se acordasen de cuando decí­amos 'nunca olvidaremos''', expresó.

El terrorismo no era una preocupación grande para los estadounidenses a comienzos del 2001, pero una encuesta de Gallup de entonces indicó que solo el 43% de la población estaba contenta con el estado de cosas.

En menos de dos horas, el paí­s perdió casi 3.000 personas el 11 de septiembre, así­ como dos de sus edificios más altos y la sensación de invulnerabilidad. El estupor, el miedo y la pena generaron la sensación de que se estaban recuperando algunas cosas importantes, como la identidad y el compromiso con una nación indivisible.

Se agotaron las banderas en los negocios. De costa a costa, los estadounidenses encendieron velas y rezaron en vigilias, donaron sangre y miles de millones de dólares, alentaron a los bomberos y la policí­a. Mucha gente que se enroló en las fuerzas armadas dijo que se sentí­a impulsada por los ataques.

El Congreso ignoró las diferencias partidarias y aprobó una iniciativa antiterrorista y de ayuda a las ví­ctimas de 40.000 millones de dólares. Los í­ndices de aprobación de los legisladores y del congreso alcanzaron niveles históricos. Se emitió una estampilla que proclamaba "Estamos Unidos" y los estadunidenses parecí­an de acuerdo: una encuesta de Newsweek indicó que el 79% de la población opinaba que el 11/9 harí­a que el paí­s se sintiese más fuerte y unificado.

"La gente se jugó por el paí­s. Me sentí­ muy orgullosa de eso", recuerda Marí­a Medrano-Nehls, ex empleada de una biblioteca estatal en Lincoln, Nebraska, hoy jubilada. Su sobrina, a quien crió, la sargento de la Guardia Nacional Linda Tarango-Griess, murió al estallar una bomba en una carretera de Irak en el 2004.

Ahora, Medrano-Nehls piensa que las guerras de Irak y Afganistán y la belicosidad entre los partidos están dividiendo a los estadounidenses.

Larry Brook tiene ví­vida en la memoria la vigilia entre distintas religiones que hubo en un anfiteatro de Pelham, Alabama, después de los ataques del 11/9.

Ahora "no estamos ni siquiera cerca" de esa solidaridad, manifestó Brook, quien publica la revista Southern Jewish Life. Para él, la intransigencia polí­tica y las peleas en torno a la polí­tica hacia el Medio Oriente impiden que se forme un consenso en torno a posturas intermedias.

Tres dí­as después del 11/9 Joseph Esposito se encontraba en una zona cero todaví­a humeante cuando el presidente republicano George W. Bush tomó un megáfono y prometió que los atacantes "pronto escucharán de nosotros".

Ese momento fue emblemático de la determinación de los Estados Unidos y Esposito, por entonces un alto funcionario del departamento de policí­a de Nueva York, se sorprendió de "la camaraderí­a y la unidad" que hubo en esos dí­as.

Recuerda el apoyo que recibió la policí­a y lo mucho que habí­an cambiado las cosas para cuando llegaron las protestas de Occupy Wall Street en el 2011, cuando la policí­a detuvo a cientos de manifestantes, muchos de los cuales se quejaban de que las autoridades los hostigaban y detení­an injustamente.

Esposito es hoy comisionado de emergencias y observa el surgimiento de un movimiento de protesta generado por la matanza de numerosos negros desarmados por parte de agentes blancos, así­ como los asesinatos de varios policí­as en supuestos actos de venganza.

La primera represalia por el ataque del 11/9 llegó apenas cuatro dí­as después, cuando Balbir Singh Sodhi murió baleado en su gasolinera de Mesa Arizona. Sodhi era un inmigrante indio sij y los fiscales dijeron que el agresor lo confundió con un musulmán árabe.

Esa misma noche cientos de personas se congregaron en una muestra de solidaridad y un hermano de la ví­ctima, Rana Singh Sodhi, de Gilbert, Arizona, dijo que imperó "una gran unidad". En los dos últimos años, sin embargo, Rana percibe "un retorno del odio" y opina que algunos polí­ticos alientan la animosidad hacia las minorí­as de inmigrantes.

Lo mismo piensa el imán Abdur-Rahim Ali, un afroamericano que estima que los musulmanes y los negros están siendo blanco de ataques "incendiarios y divisivos".

"No podemos hacer de cuenta que no ha habido racismo en todo esto", se lamenta.

3,000 personas o más murieron durante los ataques del 11 septiembre de 2001 en EE.UU., una tragedia que cambió al mundo.

79 % de los estadounidenses dijo que tras los ataques, el país sería más fuerte y unido, lo que se ha perdido hoy en día.

40 mil millones de dólares destinó el Gobierno para ayudar a las víctimas de los ataques, que destruyó a las emblemáticas Torres Gemelas.