LAOS. El 9 de febrero dos niñas entraron a un campamento para personas desplazadas en el noreste de Nigeria. Llevaban escondidos bajo su ropa chalecos explosivos. Minutos después ocurrió la explosión.
La mayoría de las 58 personas que murieron en el campamento eran mujeres y niños.
Las encargadas del ataque habían sido reclutadas por el grupo extremista Boko Haram.
Con ellas iba una tercera niña que, después se supo, había decidido no detonar su chaleco explosivo cuando vio a sus padres en el campamento.
La menor le contó a la BBC que habían sido secuestradas por Boko Haram un año antes. Si participaban en la misión suicida, les dijeron los terroristas, se irían al paraíso.
El número de menores que es utilizado por Boko Haram para llevar a cabo ataques “suicidas” se ha incrementado drásticamente en un año: de 4 en 2014 a 44 en 2015, según cifras compiladas por UNICEF.
Por su parte, el jefe de asuntos humanitarios de la ONU, Stephen O’Brien, dijo que calculan que de enero a junio del 2016, más de 50 niños han sido obligados a realizar misiones suicidas con explosivos en la llamada la cuenca del lago Chad, que abarca partes de Nigeria, Níger, Chad y Camerún, los cuatro países donde los terroristas tienen más presencia.
Los 1.7 millones de niños que han sido desplazados en la cuenca del lago Chad son particularmente vulnerables y están en riesgo de ser secuestrados por Boko Haram, incluso para asignaciones suicidas con explosivos, agregó.
“Es una lógica perversa”, dice Laurent Duvillier, portavoz de UNICEF en África del este. “Porque los niños no saben lo que están haciendo y los adultos no se imaginan lo que está a punto de ocurrir”.
“La detonación de los explosivos muchas veces ocurre a distancia. Los adultos ven a un niño que busca agua, que quiere entrar y ¿qué haces?: lo dejas entrar”.
Esta “lógica perversa” del grupo extremista está provocando que las comunidades comiencen a ver a los niños como amenazas para su seguridad, explica Duvillier.
Y esto, a su vez, está teniendo consecuencias destructivas para las comunidades donde nadie confía en nadie, ni siquiera en los niños.
El director regional de Unicef en África Occidental, Manuel Fontaine, explicó desde Dakar las razones que pueden estar detrás del uso de menores como suicidas.
Por un lado, nadie se espera que un niño o una niña sea un peligro, por lo que atacar es más fácil y al mismo tiempo crea una situación de desespero, de desasosiego entre la gente”, indicó.
Por otra lado, parece que Boko Haram considera a los niños indispensables y prefiere enviarlos a morir y no desperdiciar a uno de sus combatientes”, agregó Fontaine.
Sin opciones
Tal como explica Duvillier, hay numerosas teorías sobre cómo Boko Haram está forzando a los niños a llevar a cabo los ataques.
“Lo que sabemos es que el 75% de los menores utilizados son niñas. Boko Haram se está aprovechando de la vulnerabilidad de las niñas que ha secuestrado, violado y explotado sexualmente”, dice.
“Cuando las secuestran les dicen que tienen que elegir: o se casan con un miembro del grupo o las matan. Y creemos que lo mismo ocurre con los atentados: o hacen lo que les ordenan o las matan”.
Los menores no saben lo que están haciendo, ni saben que transportan una bomba, dice Duvillier.
Se les dice que son “mensajeros” y que deben llevar un “paquete” a determinado lugar. Y una vez allí, Boko Haram hace detonar los explosivos a distancia.
Ha habido informes de que las niñas a menudo son drogadas para llevar a cabo el ataque.
Testigos han dicho que llevan las bombas escondidas bajo sus velos musulmanes, o que las llevan en la espalda simulando que transportan un bebé.
Lo cierto es que una niña que ha sido separada de sus padres, sistemáticamente violada y abusada es mucho más vulnerable psicológica y emocionalmente para llevar a cabo lo que le ordenen.
Estigma
Los niños que logran escapar o son liberados del grupo extremista, enfrentan otra lucha: el estigma y la discriminación de sus comunidades.
Muchas de las niñas que regresan a sus pueblos llegan embarazadas o con bebés nacidos como resultado de la violencia sexual de Boko Haram.
“He escuchado a los padres decir cosas horribles”, cuenta Duvillier. “Dicen que ‘el hijo de una serpiente es una serpiente’, porque creen que la perversidad se transmite genéticamente. Y dicen que esas niñas y sus bebés ya no son parte de comunidad, son parte de Boko Haram”.
“Estas niñas están siendo tres veces víctimas: víctima de un secuestro, víctima de una explotación sexual y víctima del rechazo de su comunidad”.
Se están creando ejércitos de niñas rechazas en sus países.
Boko Haram fuerza a niños a ser atacantes suicidas
El grupo terrorista nigeriano utiliza menores ante las dificultades para reponer bajas en sus filas y reclutar adultos.
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17 September 2016