MÉXICO. El Papa Francisco condenó el asesinato el pasado lunes de dos religiosos en México. Los cuerpos del sacerdote de la parroquia de Nuestra Señora de Fátima, en Poza Rica, Veracruz, Alejo Nabor Jiménez Juárez, y del vicario José Alfredo Suárez de la Cruz, aparecieron sin vida, el lunes, en la vereda de una carretera cerca del municipio. Aparecieron maniatados y con varios disparos. La violencia, dijo el Pontífice, es “injustificable”.
El mismo lunes, la prensa mexicana especulaba sobre los motivos del asesinato. Se dijo que los habían secuestrado, que querían robarles. El martes, el fiscal de Veracruz, Luis Ángel Bravo, dio un giro al caso. Los sacerdotes, declaró a los medios, no fueron secuestrados, convivieron con sus verdugos e incluso “compartieron licor” con ellos. Luego, añadió, la reunión “se descompuso y se tornó en violencia”.
Bravo dijo además que ya saben quiénes son los responsables. La fiscalía cuenta con el testimonio del chofer de la parroquia, que logró escapar de la masacre y está bajo la protección de las autoridades.
Las declaraciones del fiscal provocaron la reacción del Arzobispado de México. Su portavoz, Hugo Valdemar, dijo “que es una grave irresponsabilidad dar a conocer de manera apresurada información sobre el asesinato. Tal parece que el Gobierno quiere deslindarse de los hechos lo más pronto posible”. Valdemar añadió que "el que hayan estado tomando licor no justifica su muerte".
De acuerdo a sus declaraciones, parece que el fiscal trataba de ahuyentar interpretaciones que vinculen el asesinato de los religiosos a la delincuencia organizada. “No es un tema en donde algún sacerdote haya sido objetivo de la delincuencia organizada, no es un secuestro tampoco, estaban conviviendo”, insistió.
La zona metropolitana que integran Poza Rica, Coatzintla y Tihuatlán es un santuario zeta. En octubre del año pasado, las autoridades capturaron al jefe regional del cartel, El Puchini, viejo lugarteniente de uno de los primeros cabecillasdel cartel de Los Zetas, Heriberto Lazcano. Tras su captura, dos facciones de la banda iniciaron una guerra por la plaza y sembraron el miedo –y los muertos- en la zona.
Ante la situación, el Ejército anunció hace unos días que aumentaría su presencia en la zona, anuncio parecido al que hicieron anteriormente los responsables de la policía estatal, sin resultado aparente.
Veracruz vive una ola de violencia sin precedentes. De acuerdo a las cifras de la Secretaría de Gobernación federal, agosto y julio fueron los meses con más asesinatos desde que se tiene registro, esto es, desde hace 19 años. Hasta finales de agosto, 716 fueron asesinadas en el estado. En todo 2015, la cifra ascendió a 585 y en 2014, a 487.