Ingmar, un salvadoreño entre sexo, política y muerte

Si la mató o no quién sabe, pero lo cierto es que el caso del salvadoreño condenado por el asesinato de una pasante californiana tiene tinte de un película de Hollywood.

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28 July 2016

La historia de Chandra Levy, una joven de 24 años que trabajaba como practicante en una oficina federal en Washington hasta que desapareció misteriosamente en mayo de 2001, parece sacada de las mismas entrañas de Hollywood.

Y en la trama aparece el salvadoreño Ingmar Guandique, condenado a 60 años de cárcel por el asesinato de esta joven. La Fiscalía de Estados Unidos retira lo cargos contra él y parece que la película no acaba de empezar.

Levy, hija de una prominente familia judía y estudiante de la Universidad del Sur de California, había llegado a la capital estadounidense en el verano del año 2000 para realizar una pasantía en el Buró Federal de Prisiones y con un ojo puesto en conseguir un trabajo estable que le permitiera trasladarse definitivamente a esta ciudad.

Las cosas, sin embargo, no salieron como ella esperaba. Al comenzar la primavera de este año, con su pasantía próxima a expirar y sin ofertas concretas de trabajo, escribió un correo electrónico a su familia para anunciarles que regresaría el 1 de mayo a Modesto, su pueblo natal, donde debía asistir a su ceremonia de graduación. Pero nunca llegó.

Transcurridos 10 días la Policía Metropolitana de Washington la catalogó como desaparecida y comenzó a investigar. Había sido vista por última el 30 de abril en el Sports Club, un gimnasio ubicado muy cerca de su lugar de residencia y al que asistía regularmente. Estaba cancelando su afiliación.

Esto es parte del relato que en junio de 2001 publicó en su portal www.eltiempo.com y retomado hoy para reconstruir un caso por más misterioso.

Romance o tragedia.

Pero lo que realmente convirtió el caso en un potencial escándalo de sexo, política y muerte estaba aún por llegar. A lo largo de las entrevistas con familiares y amigos, las autoridades han tocado en la puerta del congresista republicano Gary Condit.

Aunque Chandra nunca lo admitió directamente, sus padres y amigos estaban convencidos de que la joven mantenía una relación sentimental con el congresista de 55 años, casado y con varios hijos. Levy conoció a Condit gracias a Jennifer Baker, una amiga también nativa de California que hacia sus pasantías en la oficina de este representante a la Cámara. Desde entonces, la joven visitó la oficina en más de seis ocasiones.

Condit fue interrogado, se le dejó de investigar por la desaparición y asesinato de la joven, pero su carrera política murió con ella.

Washington volvió así a trasnocharse con la truculenta historia de una practicante y su supuesto affaire con un político. Como en las épocas de Mónica Lewinsky y el ex presidente Bill Clinton.