Keiko y la amargura de la derrota

Partía como favorita para ganar las elecciones del Perú, pero inesperadamente terminó perdiendo en su segundo intento por llegar al poder.

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Keiko Fujimori

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11 June 2016

Keiko Fujimori, hija del encarcelado expresidente Alberto Fujimori (1990-2000), ha sufrido una amarga derrota en su segundo intento por lograr la Presidencia en las elecciones más reñidas de las últimas décadas en Perú.

Pese a que se perfilaba como favorita en las encuestas, Keiko Fujimori, de 41 años, perdió por una diferencia mínima de 0,25 %  al lograr el 49,87 % de los sufragios ante su rival, el exministro de Economía Pedro Pablo Kuczynski, que consiguió el 50,12 % con el 100% de actas procesadas.

Keiko rompió varios días de silencio para aceptar la derrota y aseguró que su partido, Fuerza Popular, que será la primera fuerza en el Parlamento al lograr 73 diputados en los comicios del pasado 10 de abril, cumplirá su papel de oposición "con firmeza".

Tras perder en los comicios de 2011 frente al actual presidente, Ollanta Humala, Keiko Fujimori se preparó a fondo y durante estos cinco años no dejó de recorrer el país.

Sin embargo, el antifujimorismo, que no olvida la corrupción y la violación a los derechos humanos en el Gobierno de su padre y que se reforzó en esta campaña con varias marchas en contra de su candidatura, volvió a frenar sus aspiraciones como ya le ocurrió en las elecciones de 2011.

Consciente de eso, en estas elecciones Keiko trató de desmarcarse de la herencia del Gobierno de su padre, preso por delitos de corrupción y violación a los derechos humanos, y marcó distancias con el ala más dura del fujimorismo.

Para intentar reducir el voto antifujimorista, Keiko llegó a firmar durante la campaña un documento en el que se comprometió "al respeto irrestricto del orden democrático y los derechos humanos."

Keiko Fujimori también prometió que una eventual liberación de su padre, quien cumple una condena a 25 años de cárcel por delitos de lesa humanidad y corrupción, debía ser vista por el Poder Judicial.

Pero en la recta final de la campaña, su candidatura se complicó por una serie de denuncias que vincularon al fujimorismo con el lavado de activos y el narcotráfico.

La primera reacción de Keiko Fujimori de defender al exsecretario del partido fujimorista y uno de sus principales financistas Joaquín Ramírez, vinculado con una investigación por lavado de activos del Departamento Estadounidense Antidrogas (DEA), perjudicó su candidatura en el tramo final de la campaña, según los analistas.

A ello se sumó los temores que se revivieron sobre viejas prácticas fujimontesinistas, después de que el candidato a vicepresidente de Fujimori, José Chlimper, reconociera que entregó una grabación a un programa televisivo que difundió un audio manipulado para desacreditar la denuncia contra Ramírez.