BRASILIA. Anoche, al cierre de esta edición, el Senado se acercaba lentamente a una votación histórica sobre el juicio político a la presidenta Dilma Rousseff, lo que pondría fin a 13 años de gobierno de izquierda en medio de una serie de crisis que aquejan al gigante latinoamericano.
Si una mayoría simple de los 81 senadores vota a favor, Rousseff será suspendida del cargo mientras se realiza el juicio, y el vicepresidente Michel Temer ocupará su puesto hasta por seis meses mientras se decide si la presidenta será, o no, destituida permanentemente.
La acusación central contra Rousseff en el Congreso es que violó normas fiscales, maquillando el déficit presupuestal.
Brasil está sumido en su peor crisis económica en décadas, en tanto que un enorme escándalo de corrupción en la paraestatal Petrobras ha afectado el estado de ánimo del país, incluso en momentos en que se prepara para ser sede en agosto de los primeros Juegos Olímpicos en Sudamérica.
El presidente del Senado, Renan Calheiros, dijo que deseaba que se votara el miércoles por la noche, pero el ritmo de la histórica sesión era lento. Después de 13 horas, menos de la mitad de los 70 senadores enlistados para hablar había dado su discurso, lo que generó pronósticos de que la votación se llevaría a cabo hasta la madrugada de hoy.
Al cierre de esta nota, medios brasileños y agencias internacionales informaban de que de 81 senadores 46 habían intervenido: 35 a favor del juicio a la mandataria, 10 en contra 1 indeciso (el expresidente Fernando Collor de Mello, que en 1992 también fue objeto de un impeachment).
Estas son sólo posiciones previas a la votación en sí, que arrancará cuando termine el prolongado debate.
“Estoy solicitando la paciencia de todo el mundo porque necesitamos seguir con esto hasta concluirlo”, afirmó Calheiros en un momento dado.
Bajo las normas del proceso de juicio político, a cada senador se le permite 15 minutos para hablar y muchos de ellos aprovecharon al máximo su momento bajo los reflectores, a pesar de las recomendaciones que les hizo Calheiros, quien los exhortó a limitarse a entre cinco y 10 minutos. Esa sugerencia generó enojo entre los partidarios de Rousseff, que insistieron en que era un intento por limitar su libertad de expresión.
Mientras, varios miles de manifestantes en pro y en contra del gobierno se reunieron frente al Senado, donde fueron obligados a permanecer separados por medio de un muro erigido en medio del césped. Se produjeron breves pero intensos choques entre la policía y los partidarios de Rousseff, en los que los agentes utilizaron gas pimienta y los manifestantes les arrojaron petardos. Los trabajadores de emergencia se llevaron a varias personas después de que se sintieron mal por los efectos de las nubes de gas.
Del otro lado del muro reinaba un ambiente carnavalesco, en el que los partidarios del juicio político bebían cerveza mientras portaban atuendos con los colores de la bandera brasileña.
Algunos senadores partidarios del proceso dicen que tendrán al menos 60 votos, lo cual sería la señal de que son escasas las probabilidades de que Rousseff gane el juicio y reanude su mandato, el cual está programado para concluir en diciembre de 2018.
En el juicio, previsto para los próximos meses, al menos 54 senadores deben votar a favor de destituirla.
Mudanza
Mientras, en el Palacio presidencial de Planalto, situado en la acera opuesta al Senado, a medida que avanzaba la votación y se percibía su posible resultado, Rousseff aceleraba la mudanza de las pocas pertenencias que aún conservaba en su despacho.
Según informaron agencias internacionales, objetos de la mandataria, como cuadros o adornos, fueron llevados ayer hacia el Palacio de la Alvorada, la residencia oficial en la que se atrincherará durante el eventual juicio político.
También han sido instaladas unas cercas en torno a la rampa que conduce desde la acera hasta el primer piso del Palacio de Planalto, en previsión de que hoy, una vez notificada de la decisión del Senado, Rousseff abandone la sede de la Presidencia, que deberá tener a Temer como nuevo inquilino.
Rousseff, junto a su jefe de Gabinete, Jaques Wagner, llegaron a asomarse a una de las ventanas del palacio y pasaron un tiempo observando esos preparativos.
Fuentes oficiales han dicho que en los últimos días ha habido polémicas al respecto en el seno del gobierno, pues hay quien cree que Rousseff debería bajar por esa rampa mañana, aunque otros dicen que eso transmitiría una imagen de derrota y fin de mandato.
PT anuncia obstrucción
Un grupo de diputados de formaciones de izquierda en Brasil encabezado por el oficialista Partido de los Trabajadores (PT) anunció ayer una obstrucción sistemática a cualquier proyecto de ley que sea propuesto al Congreso por un eventual gobierno del vicepresidente Michel Temer.
“Lo que (Temer) propone para el país es una agenda neoliberal, conservadora, que retirará derechos, pero los diputados del PT estaremos al frente de la lucha para impedir cualquier retroceso”, dijo en rueda de prensa el vocero del PT en la Cámara Baja, Afonso Florence, tras una reunión de legisladores de diferentes partidos aliados a la presidenta brasileña, Dilma Rousseff.
“Vamos a ejercer una posición de obstrucción política, aunque con las materias que sean de interés de Brasil, del pueblo pobre, del pueblo que más lo necesita, estudiaremos un posible apoyo”, aseguró Florence sobre los posibles proyectos de ley de Temer.
El grupo que promete oposición sistemática al posible Gobierno de Temer es integrado por los diputados del PT, del Partido Comunista do Brasil (PCdoB) y del Partido Democrático Laborista (PDT), las tres fuerzas que permanecieron fieles a la alianza oficialista tras la deserción de todos las formaciones de centro y derecha que apoyaban a Rousseff.
A ese grupo, dijo, se sumaron algunos diputados del Partido Socialismo y Libertad (Psol), una formación de izquierda que nació de una división en el seno del PT, y de la Red Sustentabilidad, el partido creado por la excandidata presidencial y exministra de Medio Ambiente Marina Silva. Según Florence, los partidos que se oponen a Temer votarán contra las reformas laboral y de las jubilaciones ya anunciadas por aliados del vicepresidente.