BRASIL. Una multitud que se calcula muy superior al millón de personas tomó ayer las calles de todo Brasil y exigió la destitución de la presidenta Dilma Rousseff, que cada día parece mas acorralada por una creciente crisis política y económica y el vínculo de los más poderosos en las gigantescas causas de corrupción, entre otras cosas.
Miles de personas se concentraron desde las primeras horas de ayer en decenas de ciudades de Brasil para participar en una jornada nacional de protesta, en las que se exigió la renuncia o destitución de la presidenta, Dilma Rousseff.
Las primeras movilizaciones se registraron en algunas ciudades del norte y noreste, las regiones más pobres del país, en las que miles de manifestantes demandaron el “fin” del Gobierno de Rousseff y expresaron su apoyo a las investigaciones sobre las corruptelas en la estatal Petrobras, que salpican a medio centenar de políticos.
En Belén, capital del amazónico estado de Pará, uno de los grupos desfiló por céntricas avenidas con una suerte de “carroza-cárcel” en la que estaba encerrados muñecos que representaban a Rousseff y a su antecesor y padrino político, Luiz Inácio Lula da Silva, quien está investigado por supuesta corrupción.
Los manifestantes teñían las calles con el color amarillo y verde de la camiseta de la selección de fútbol de Brasil durante la jornada de protesta que por primera vez fue apoyada explícitamente por partidos de la oposición.
En Brasilia, en la explanada central que conduce al Congreso, miles de manifestantes se agrupaban en torno a los camiones desde donde los organizadores arengan a la multitud con consignas antigobierno.
Las protestas fueron convocadas por grupos de la sociedad civil vinculados a los partidos de oposición, que también han manifestado su respaldo a las movilizaciones.
Según el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), las manifestaciones son el “mayor acto contra el Gobierno de los últimos tiempos” y pueden ser “definitivas” para impulsar el juicio político que la oposición promueve contra Rousseff en el Congreso.
Miles también protestaron en Río de Janeiro y Brasilia, aunque la mayor de las protestas fue por la tarde en Sao Paulo, donde miles de manifestantes ocuparon la céntrica avenida Paulista.
Rousseff enfrenta una severa crisis política y económica, en un escenario de crecientes inflación y desempleo que han agudizado el malestar social y derrumbado su popularidad, que recientes encuestas han situado en torno al 10%.
El descontento ha repercutido en el terreno político, al punto de que el influyente Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), que lidera el vicepresidente Michel Temer, dio un primer paso hacia una posible ruptura con el Gobierno.
El PMDB, considerado como el principal partido del país, decidió en una convención nacional que sus afiliados no podrán ocupar nuevos cargos en el Gobierno por un plazo de 30 días, en el que decidirá si permanece en el Ejecutivo o pasa a engrosar las filas opositoras.