Un bus pasa por la parada y le regala una nube de humo negro a quienes esperan, como si fuera un reproche por no haber escogido esa ruta.
El semáforo cambia a rojo. Un carro sedán se detiene frente al escape del bus. Si lleva las ventanas abajo, el humo negro entrará cuando el semáforo cambie a verde. Ambas escenas son protagonizadas por los salvadoreños todos los días. Pero pocos son conscientes de las repercusiones que esto puede tener en su salud.
Tampoco se considerará toda la cantidad de sustancias químicas con efectos carcinógenos, tóxicos y mutágenos que son liberados al aire desde los escapes de los buses.
En El Salvador no existe una instancia que se dedique a regular las emisiones diésel, ni a controlar su cantidad, componentes y generadores, según un estudio presentado ayer por investigadores de la Universidad Tecnológica. .
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El diagnóstico de contaminación atmosférica por emisiones diésel en la zona metropolitana de San Salvador y Santa Tecla detectó niveles tan alarmantes de sustancias contaminantes en las emisiones de gases, que incluyó recomendaciones radicales para proteger la salud de los salvadoreños.
Entre estas estaban: evitar llevar niños a la zona céntrica de San Salvador, no pasar mucho tiempo en las paradas de buses y prohibir las ventas aledañas a calles con mayor circulación de autobuses y vehículos particulares.
La precaución, en el caso de los niños, se debe a que su sistema respiratorio todavía está en desarrollo y las sustancias encontradas pueden provocar daños permanentes en sus pulmones, explicó José Miranda, investigador de la UTEC.
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Potencialmente mortales
El estudio se realizó en 20 puntos de San Salvador y Santa Tecla, donde se midieron las concentraciones de 33 tipos de sustancias encontradas en las emisiones de gases de los vehículos. En la mayoría de los casos, la cantidad detectada superaba de forma alarmante el umbral de seguridad establecido por entidades internacionales.
Entre los contaminantes está el cianuro de hidrógeno. Las concentraciones encontradas son perjudiciales a la salud porque superaron el límite de exposición permitidos, que es de 2.1 miligramos sobre metro cúbico (mg/m3) por 15 minutos.
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En casi todas las pruebas que realizaron los investigadores se superó este nivel de concentración. Incluso hubo un caso de un autobús que emitió 12 miligramos de cianuro de hidrógeno por metro cúbico. “Eso es fatal, eso sí ya es la muerte”, dijo Miranda.
Para explicar el potencial mortal de esta sustancia, el investigador recordó que el cianuro de hidrógeno fue usado en las cámaras de gas de los campos de concentración nazis durante la II Guerra Mundial.
Como en El Salvador no existe una normativa que contemple la regulación de los contaminantes desde la química orgánica, ese autobús continuó sin ningún problema su recorrido desde Santa Tecla hasta San Salvador.
Otras sustancias analizadas fueron el benceno, el dióxido de carbono, el dióxido de azufre, el etilbenceno, el acetaldehído, el xileno.
En varios casos, en cuestión de segundos, los niveles de concentración superaban no solo los límites establecidos sino hasta la capacidad de la herramienta que usaron para medirlo.
Las medidas se hicieron a menos de dos metros del escape del motor, pero al dispersarse la concentración disminuye. “Así que no estamos recibiendo estas altas concentraciones, pero sí la estamos recibiendo de forma crónica en pequeñas cantidades”, dijo Miranda.
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La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha advertido sobre la preocupante cantidad de muertes relacionadas a la mala calidad del aire. En 2012, 953 personas murieron en El Salvador por Enfermedad isquémica del corazón, el fatal padecimiento también estuvo relacionado a la contaminación del aire.