Sus actividades y la forma en que las desarrollan han convertido a estas dos personas en referentes del municipio de Zacatecoluca, en el departamento de La Paz.
Ellos son Antonio Díaz, de 81 años, y Concepción Maribel Pineda, de 61.
Antes de comenzar a hablar de estas dos personas es necesario detallar que para llegar a a esta ciudad en la zona paracentral de El Salvador se deben recorrer 62 kilómetros desde San Salvador, una hora aproximada, y que el calor en esta ciudad por momentos se vuelve sumamente intenso.
VIDEO: Antonio Díaz, el artista de Zacatecoluca
Ahora bien, Antonio Díaz es un hombre polifacético, pinta, dibuja caricaturas y además es fotógrafo; no se puede pasar por alto que durante años ha sido periodista deportivo y hasta aprendiz de peluquero.La sala de su casa más parece una galería de artes, está llena de pinturas y fotografías que él ha realizado.
“Cuando algo gusta, se aprende”, explica Antonio, al referirse que ha sido autodidacta.
El gusto por dibujar de don Toñito, como es conocido en el municipio, comenzó cuando estaba en la escuela, es más algunos profesores que conocían su habilidad pedían que les colaborara en la pizarra.
Mientras, su pasión por la fotos surgió cuando se jubiló como secretario en el tribunal Primero de Instrucción de esa ciudad, en donde ingreso como ordenanza y luego ascendió.
“Me gusta retratar niños, paisajes y personajes de la localidad”, detalla.
Además, relata que nunca le llamó la atención revelar (procesar) sus propios rollos.
“A veces estoy sentado aquí (en la sala de su casa) cuando veo pasar algo que me llama la atención y salgo corriendo por la cámara, hasta que tomo la fotografía”, comenta.
Además, la versatilidad de don Toñito le ha permitido mezclar sus dos grandes pasiones, el dibujo y la fotografía, hasta llegar a trasladar sus instantáneas a lienzos.
“Todo lo hago por diversión, me relaja”, confiesa.
Sobre las caricaturas, él acostumbra dibujar personajes de la vida nacional: desde políticos, periodistas y situaciones de la vida diaria.
Unas desgastadas carpetas guardan los recortes de periódicos en los cuales han sido publicados algunos de sus trabajos.
Por cierto, don Toñito comenta que a lo largo de su vida solo ha vendido un cuadro, el resto lo ha regalado a familiares.
“A veces vienen y me preguntan si les puedo pintar o tomar fotos, les digo que no, es que eso de los compromisos no me gusta”, concluye.
Exquisito aroma
Mientras, Concepción Maribel Pineda, niña Conchy como le dicen, prepara conservas de diferentes frutas, aunque su especialidad es la de semilla de marañon.
Al entrar a su casa se percibe un delicioso olor dulce, este proviene de la mezcla de canela, leche y semilla de marañon, además de azúcar que cocina en ese momento.
Esos ingredientes los cocina a fuego lento en una enorme olla de aluminio. A la vez, los revuelve con una gran paleta de palo.
“Muchas personas me encargan para llevar a Estados Unidos, hay algunos que hasta especial la piden”, dice mientras luce una sonrisa de orgullo.
La mezcla que cocina, de pronto, alcanza el punto deseado, con mucha práctica y rapidez lleva la olla hasta una mesa, previo a colocado una tabla en la cual están marcadas las porciones que deben salir.
“Me gusta más usar azúcar morena, a la conserva le da el color que me gusta”, revela.
La combinación de ingredientes se ha vuelto una masa muy consistente, doña Conchy la extiende en la tabla y la corta. Cada trozo de ese manjar cuesta un dólar.
Luego la envuelve en pedazos de plástico y papel, les coloca una pequeña viñeta del negocio y listo.
Cuando se trata de una considerable cantidad de dulce la que va a ser exportada existe la posibilidad que el cliente solicite una cajita especial.
La niña Conchy sostiene que esa preparación la aprendió, con ver, como la realizaba su suegra.
“Tengo entre 12 y 15 años preparando la conserva de marañon. Me fije como (la suegra) la hacía y un día cuando ella faltó alguien preguntó a mi hija si nosotras la seguíamos haciendo, respondí que sí y así comencé. Esa vez me encargaron 25 dólares”, relata.
Los clientes por su parte llegaron al punto de exigir que el envoltorio fuera similar al utilizado en el inicio de los dulces.
A parte de los encargos, estos productos son expuestos y comercializados en festivales gastronómicos en las ciudades aledañas.
Al parecer esta dulce y deliciosa tradición vivirá muchos años pues la hija de la niña Conchy la planea continuar, es más asegura que lo hará de forma industrial.