La plaza El Obelisco, inaugurada en 1930 en la ciudad de San Miguel, alberga un preciado tesoro, se trata de una cantarera ubicada frente a Ciudad Mujer, que abastece a habitantes de por lo menos cuatro comunidades cercanas, de las cuales tres cuentan con servicio de agua potable.
Cristina Velásquez tenía 20 minutos de espera para poder llenar diez garrafas, cada una con capacidad de 5 galones de agua, que le sirven por 15 días, comentó que “ya tengo un año de estar llevando agua para tomar y nunca nos ha hecho daño”.
Velásquez vive en colonia La Presita, en donde cuentan con servicio de agua potable; pero asegura que esta no es apta para tomar.
“(El agua) sale con arena y aveces se pone amarrillosa y sale caliente también. Anda nunca resuelve”, explica. El agua que les abastece la autónoma la utilizan para oficio doméstico.
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Tomas Espinal, inspector de saneamiento del Sistema Básico de Salud Integral (Sibasi), de San Miguel, asegura que el agua potable de toda la red de abastecimiento de San Miguel es apta para el consumo humano.“Se hace lectura de cloro residual todos los días, en diferentes puntos del sistema, para comprobar que la Anda está clorando el agua debidamente dentro de los parámetros, según la norma, y garantizar que el agua es segura. Puedo garantizar que el agua está con sus controles de lectura de cloro”, insistió el empleado del Sibasi.
Pero comunidades como el Barrio Concepción, se abastecen gracias a los pozos construidos en algunas propiedades privadas, que no cuentan con servicio de agua potable y buscan la cantarera para obtener agua para consumir.
Gilberto Hernández, de 59 años, tiene 15 años de trabajar abasteciendo a los habitantes de este barrio con agua potable. Todos los días llega a la cantarera y llena un promedio de 42 garrafas diarias para distribuirlas entre sus clientes que se la compran a un precio de cincuenta centavos de dólar por cada una.
Como Hernández, otras personas hacen de este simple “chorrito” un medio para ganarse la vida. “Mucha gente la está comercializando.
De La Presita vienen dos hombres que jalan bastante agua y cobran dos coras por cada cinco galones”, se quejó una de las personas que esperaba para llenar sus botellas.
Para el representante del Sibasi, la demanda por el agua que es proporcionada por un pequeño grifo de agua, se debe a que, en su mayoría, la “gente nos acostumbramos al sabor del agua y eso nos hace buscar marcas o lugar a donde podamos sentir satisfacción y eso es lo que se esta dando en esa cantarera”, explicó.
Otros, como Gilberto Fernández, residente en colonia Villa Satélite ubicada a unos tres kilómetros de distancia de la cantarera, buscan el agua solo para lo necesario.
“Vengo una vez a la semana por tres botellas, solo es para tomar, para el gasto tenemos agua de pozo y cuando se me termina vengo a traer otras tres mas”, comentó.
Fernández realiza esta labor desde hace dos años. Antes viajaba a Usulután para abastecerse, “pero al ver que se llenaba y decían que esta agua era buena ya me decidí venir acá, y sí es buena”, aseguró.
“Tenemos niños y no nos padece ninguna enfermedad ni por consumir el agua”, expresó.
En la cabecera varias colonias se abastecen de otras cantareras.