Jeniffer paga sus estudios universitarios vendiendo dulces

Ella estudia licenciatura en matemática, con sus ingresos paga la Universidad, comida y pasajes

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Jeniffer Quito vende dulces y golosinas para poder pagar sus estudios universitarios. Foto/ Jorge Reyes

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16 April 2017

Dos tortillas, un trozo de queso y un fresco es el almuerzo de Jeniffer Quito, cuando tiene para comprarlo. Ella se limita a comer almuerzo o cena, muy de vez en cuando logra hacer los dos tiempos de comida al día, esto para ahorrar dinero y poder pagar los $27.50 dólares que corresponden a la mensualidad de la universidad.

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Jeniffer cursa el primer año de la licenciatura en Matemática en la Universidad de El Salvador (UES). Ella no cuenta con el apoyo económico de su familia y para costearse los estudios, alimentación, pasajes, calzado y ropa vende golosinas dentro de la misma universidad.

Por lo general, sale de su primera clases a las 8:30 de la mañana, con una mochila verde colgada a sus hombros, muy pesada por los cuadernos, libros y copias que carga, además de una caja con paletas, dulces, chocolates, maní dulce, maní salado. Así, con ese peso en sus hombros recorre todos los jardines y edificios de las diferentes facultades de la UES.“Esto lo hago porque no me gusta estar esperando a que alguien me ayude, por eso salgo a vender”, dijo Jeniffer de 19 años de edad.

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A pesar de las dificultades económicas que tiene, no dejará de estudiar y seguirá vendiendo hasta obtener su título universitario; los horarios de clase que tiene no le permiten aplicar a un trabajo y la venta de golosinas es la única opción que le queda.

A veces, cuando tiene libre la mayor parte de la tarde, se escapa al Mercado Central de San Salvador para comprar más dulces y evitar quedarse sin venta.

“Si vendo cinco dólares, ahorro la mitad y dejo la mitad para mi gastos personales. Uso un dólar para la comida y lo demás para los pasajes o copias”, explicó.

Jennifer es una de las 13 mil 769 personas que en 2016 hicieron por segunda vez el examen de admisión para obtener un cupo y cursar una de las carreras que ofrecen las facultades de la UES.

Según las estadísticas del Ministerio de Educación (Mined), en el año 2000 un total de 62 mil 200 mujeres estudiaron un técnico o carrera universitaria y en 2015 hubo 96 mil 133, esto representa un incremento del 54%, es decir 33 mil 913 mujeres más inscritas en instituciones de educación superior si se compara 2015 con 15 años atrás.

Francisco Marroquín, director nacional de Educación Superior del Mined, aseguró que cada vez más las mujeres tienen la oportunidad de obtener un título universitario.

Sin embargo, manifestó que todavía se necesita trabajar contra aspectos sociales como desvalorización de la mujer y adjudicación de labores del hogar para garantizar que toda mujer pueda llegar a tener una formación académica superior.

La joven estudió bachillerato en la Escuela Técnica para la Salud de San Salvador, durante el primer año recibió ayuda de su madre y de una tía. Sin embargo, para el segundo año no contó con este apoyo económico y solicitó en el colegio una beca, pero la institución solamente le dio media beca, por tanto ella tenía que pagar lo demás. “Yo trataba de vender cosas en la escuela, algunos compañeros me pagan por hacer sus tareas, recogía dinero y así trataba de sustentarme a veces”, dijo.

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La participación que tuvo en grupos de voluntariado en segundo año la convirtió en la “niña símbolo” y esto la hizo merecedora de una beca en el último año de bachillerato.

“En tercer año me dieron la beca completa, pero no me incluía la matricula. Fue bastante duró, en diciembre trabajé para pagar la primera mitad y la segunda parte, que eran más de $200, los pagué en cuatro cuotas en todo el año, tuve que rebuscarme y empezar a trabajar”.

Durante este año, además de la venta de dulces también trabajó como enfermera privada, le pagaban 20 dólares por cuidar a un paciente y saliendo de ese trabajo se iba a estudiar.

Comentó que el dinero que recibía le sirvió para pagar el dinero que prestó y poder pagar el resto de la matricula y los gastos de graduación.

“Tenía que ver cómo hacía para no dejar de estudiar porque quería terminar el bachillerato”, dijo.

La Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples (EHPM) de 2015 publicada por la Dirección General de Estadísticas y Censos (Digestyc), revela que 4 millones 305 mil 769 personas de cuatro a 18 año no asisten a ningún centro educativo y la inasistencia escolar predomina más en la población femenina.

Por ejemplo, la inasistencia masculina para el bachillerato muestra que de cada 100 hombres 37 no estudian, mientras que en mujeres 39 de cada 100 tampoco acceden a la educación y de estas 17 no cursan ningún grado académico por “quehaceres domésticos”.

En educación superior , de cada 100 mujeres 95 no cursan ningún pregrado o técnico y de esta 24 no lo hacen por la “necesidad de trabajar” y otras 16 por estar a cargo de “quehaceres domésticos”.

Sin frenos

“Sé que todo lo bueno cuesta, pero si uno quiere se puede lograr y alcanzar”, dice Jeniffer con total convicción de su futuro académico, ya que está segura que llegará a obtener el título de licenciada.

La joven comenta las dificultades económicas que a diario tiene y hace hincapié en cómo las resuelve; luego, con entusiasmo, habla de sus planes a futuro.

“Después de tener mi título voy a tener un trabajo formal, voy ahorrar un poco y poner mi propio Laboratorio Clínico”, dice.

Ella está estudiando la licenciatura en Matemática porque en 2016 se examinó para cursar su pregrado en la universidad y no aprobó el primer examen de admisión. No obstante, la segunda vez obtuvo la nota requerida, pero por la demanda que tenía la licenciatura de laboratorio clínico no alcanzó cupo y tuvo que inscribirse en la carrera que cursa actualmente.

Aseguró que la primera prueba no la pasó porque en medio del examen los ojos se le cerraban. “Trabajaba durante toda la noche y en la mañana me iba a estudiar, justo la noche antes de hacer el examen para la universidad no dormí toda la noche porque tenía que cuidar al paciente y a la hora del examen me estaba durmiendo”, lamenta la joven de ojos grandes y cafés.

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Asegura que durante los dos primeros ciclos se va a esforzar por tener buenas notas, para que a finales de año le permitan cambiarse de carrera, ya que ella sigue con la idea de estudiar la licenciatura en laboratorio clínico.

La esperanza En la actualidad está investigando el proceso para poder obtener una media beca o beca remunerada en la UES.

Considera que esto vendría a ayudarle un poco porque ya no tendría que estar “tan preocupada por reunir el dinero de la cuota”.

En 2015, a nivel nacional en el área de salud las carreras con mayor matrícula femenina fueron la Licenciatura de Psicología con una cantidad de 4 mil 666, Licenciatura en Enfermería con una inscripción de 3 mil 864; Técnico en Enfermería con 2 mil 444 y el doctorado en Medicina con 5 mil 464 personas.

Según estadísticas del Mined, en la UES la licenciatura en Laboratorio Clínico ocupa el número 33 de preferencia. En 2015 solo se inscribieron 139 personas, 43 hombres y 96 mujeres.

El pan de cada día Jeniffer aseguró que al día puede llegar a vender ocho dólares “si la venta está calmada” o hasta 15 cuando vende bastante.

Ella consideró que al día gasta un aproximado de cinco dólares entre comida, pasajes, compra de su mercadería.

Aseguró que su almuerzo no excede el $1.50 y “para la cena compro dos coras de casamiento, una cora de crema, una cora de huevo, una cora de pan y con eso como bien rico”, expresó.

Comentó que trata de limitarse bastante en lo que compra porque sabe que tiene el compromiso de ahorrar para pagar la mensualidad de la universidad, además debe de procurar no quedarse sin el dinero para comprar las golosinas, ya que es su única fuente de ingresos.

“Si no guardo el dinero, después no tengo para comprar los dulces y no voy a poder ahorrar”, dijo.

Según Jeniffer, llevar cuentas exactas de su negocio es primordial porque puede saber cuánto ha vendido, las ganancias que tiene y estar consciente de cuánto puede ahorrar y gastar.

Según la EHPM, ella está entre la Población en Edad de Trabajar (PET) y por su trabajo puede ser considerada como una persona subempleada porque no tiene un ingreso fijo mensual que sea igual al salario mínimo y no trabaja un número de horas determinadas.

El documento señala que en ese año en el área urbana de San Salvador de cada 100 personas, 58 estaban laborando en un sector formal, mientras que 42 en el sector informal. Además, de cada 100 mujeres ocupadas, 53 tenían un empleo formal y 47 informal.

En la zona urbana de cada 100 personas 62 están ocupadas, 29 subempleadas, siete desempleadas y cuatro se emplean en servicios, según la EHPM.

La rutina Cuando Jeniffer tiene demasiadas tareas o debe estudiar para un parcial después de la clase de la mañana se queda estudiando y no recorre la universidad con su caja de dulces, pero aprovecha la hora del almuerzo para hacerlo.

Los lunes sale de la primera clase a las 8:35 de la mañana, y se queda alrededor de dos horas vendiendo. Después va al mercado central a comer y regresa para la clase que tiene a las 2:50 de la tarde. Aseguró que mientras va para su salón de clases aprovecha para vender las golosinas.

“Si tengo la clase bien tarde y he logrado vender algo, después del almuerzo aprovecho para ir a comprar porque así tengo para vender el siguiente día”, explica.

Según Jeniffer, a su casa llega solo a dormir porque entre la universidad y su negocio de golosinas no le queda tiempo de llegar en todo el día. Además, debe de salir temprano de su casa para llegar a tiempo a la clase de las 6:50 de la mañana. Ella vive en el centro de San Salvador, cerca de la avenida 29 de agosto.

Los sábados asiste a talleres de piñatería y manualidades en la iglesia El Calvario, también a clases de guitarra, pues asegura que le gusta mucho sacar las melodías de las alabanzas.

Los domingos está todo el día en la iglesia, ya que colabora en varios servicios.

Estudios Universitarios Según los datos del Mined, en 2015 a nivel nacional se matricularon 96 mil 133 mujeres para cursar algún técnico, licenciatura o ingeniería.

Los datos muestran que las áreas más buscadas por la población femenina son Arte, Economía, Administración y Comercio; Salud, Ciencias, Agropecuaria y Medio Ambiente, Derecho, Humanidades, Tecnología, Educación y

Ciencias Sociales. Estos datos también muestran que cada vez más las mujeres se interesan por temas jurídicos, pues en ese mismo año la licenciatura que reflejó más matrícula fue la de Ciencias Jurídicas con 6 mil 889 mujeres inscritas. Seguida por la Licenciatura en Administración de empresas que tuvo una matrícula de 138 mil 282.

Según Marroquín, la brecha de acceso a la educación para las mujeres ha disminuido, pero considera que se debe de trabajar en aspectos culturales que obstaculizan la formación académica de las jóvenes.

“Todavía no es suficiente el avance que se ha tenido en los últimos años, es necesario seguir trabajando para garantizar las oportunidades de educación para las niñas, adolescentes y mujeres”, puntualizó.

La EHPM de 2015 revela que 845 mil 552 mujeres tuvieron acceso a la educación básica, media y superior en ese año.

Jeniffer Quito aseguró que su mayor objetivo y sueño es culminar su carrera y que a pesar de las adversidades luchará por obtener su título.

“Lo que hago lo estoy haciendo por mí, porque quiero salir adelante y no quiero quedarme sin estudiar. Tengo mi meta, mi objetivo y yo sé que con sacrificio y mucho esfuerzo lo alcanzaré”, puntualizó.

Ella es una joven, cuya personalidad muestra determinación, seriedad y compromiso, características que según

ella le han ayudado a estar donde está ahora.

Mientras Jeniffer no tenga mejores horarios que le permitan aplicar a un trabajo, seguirá recorriendo los senderos de la UES con su mochila en los hombros y la caja de dulces entre sus brazos.