Tres días después de haber sido crucificado, Cristo venció a la muerte, se impuso y dio una esperanza a la humanidad con su resurrección.
En los diferentes templos del país, los creyentes se congregaron para celebrar, en muchos casos esperando hasta la medianoche, para encender el fuego, con el que posteriormente se encenderá el Cirio Pascual.
Este lleva una cruz con la primera y la última letra del alfabeto griego, la alfa y la omega, que es una manera en que se denomina el nombre de Dios, además de las cifras del año en curso.
La vigilia Pascual es parte de la primera celebración de la resurrección de Cristo que consiste en el fuego nuevo, que recuerda que para poder vivir con luz hay que tener a Cristo en el corazón, que es la luz de nuestra vida.
Y se encuentra en la Biblia, Dios hace su manifestación por medio del fuego, en la zarza ardiente, cuando el pueblo de Israel va peregrinando sobre ellos; y el broche de oro, el día de pentecostés, cuando el Espíritu Santo hace su manifestación en lenguas de fuego.
El rito inicia con la bendición del Cirio Pascual, que es una vela de considerable grosor, que está adornado con granos de incienso, según una tradición muy antigua, que han pasado a significar simbólicamente las cinco llagas de Cristo.
La bendición la hace el párroco haciendo la señal de la cruz en el Cirio, diciendo: “Cristo ayer y hoy, principio y fin, Alfa y Omega, suyo es el tiempo y la eternidad, a Él la gloria y el poder”.
Del fuego de la fogata, que ha sido bendecido, se enciende el Cirio. Desde ahí los fieles van prendiendo sus velas.
Posteriormente se realiza una procesión. En ese recorrido se hacen tres etapas para que los creyentes puedan encender su vela. En cada etapa, que es cuando el sacerdote se detiene para que los feligreses tomen el fuego del cirio, el presbítero dice: “Luz de Cristo”, mientras eleva el Cirio.
La idea es que al ingresar al templo todos entren portando la luz en sus manos.
Lo importante de encender las velas es que la luz debe salir del cirio, que ya está bendito.
En el templo, cuando toda la comunidad cristiana entra a la iglesia, esta se encuentra a oscuras y se va iluminando poco a poco con la luz de las candelas.
El sacerdote celebrante coloca el cirio frente al ambón, que es donde se proclama el pregón Pascual.
Este último es un antiguo himno alusivo a la noche de Pascua, que proclama la gloria de la resurrección de Cristo, que envolverá toda la liturgia de esa noche.
En ese lugar la celebración litúrgica cobra su importancia porque, si bien es cierto que ya se comenzó la liturgia, el sacrificio no se ha instituido todavía.
Es por ello es que el altar está “desnudo”. No hay flores, no hay luz. Solo la luz de las velas iluminando y anunciando que estamos pronto a celebrar su resurrección.