La ausencia de Dios, angustia de los cristianos

Las imágenes cubiertas y el sagrario vacío y abierto son muestras terribles del abandono de Dios, por la muerte de su hijo, que se ven reflejadas como otro de los ritos dentro la semana santa.

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13 April 2017

La simbología que se presenta la tarde del Viernes Santo, trata de reflejar esa ausencia de un Dios que da la espalda a la humanidad, momentáneamente, por la muerte de su hijo a quien envió al mundo para salvarlo.

En la modernidad del pensamiento humano, propicia que algunos teólogos definen al infierno como la total y absoluta ausencia de Dios.

En las iglesias cubren las imágenes de santos con mantos oscuros, porque Dios no está y la santidad de los antiguos es muestra tácita de su presencia en la humanidad.

El sacerdote Deybi Escobar, párroco de Concepción de Oriente, explica que todos esos símbolos reflejan la ausencia de Dios, tras la muerte de Jesús.

“Esto es muestra de una total ausencia de Dios; es soledad, abandono porque el Señor no está entre nosotros”, reflexiona el clérigo.

Las imágenes de los santos se cubren la tarde del viernes, para realizar los ritos de adoración de la Cruz, durante los cuáles, a la hora de la comunión, se reparten todas las hostias consagradas y el sagrario queda vacío y con la puertecita abierta.

Una de las creencias fundamentales de la Iglesia Católica es que la hostia es el verdadero cuerpo de Cristo, entonces, la ausencia del pan consagrado también representa la ausencia de Dios.

La angustia

La ausencia de Dios inicia en el marco del Triduo Pascual, que se inicia el jueves con la misa crismal y concluye el domingo con la fiesta de la resurrección de Jesucristo.

Durante el Triduo Pascual solo se celebran tres misas: de crismal, que es donde se renuevan los votos sacerdotales, la segunda es con la que se conmemora la institución de la Eucaristía y la misa del pregón pascual, o misa de resurrección, que se celebra la noche del sábado.

El viernes y durante el día sábado no se celebran misas, porque se reflexiona en la angustiosa muerte de Jesús que provoca que sobre el mundo sobrevenga la oscuridad, porque Él es la luz.

Ese es el espíritu con el que se diseñó la liturgia.

Sin embargo, la falta de sacerdotes obliga a las comunidades católicas a ser ingeniosos para sufragar las necesidades de pastores.

En estos casos las hostias consagradas, que son el real cuerpo de Cristo, según la fe católica (y por tanto, dignas de todo respeto) se deben guardar en un lugar privilegiado lejos de los altares de las iglesias o ermitas.