Jesús pela 100 libras de papas por $2 al día

El dinero que obtiene el anciano le sirve para subsistir, no tiene familia cercana.

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12 April 2017

Jesús Flores Rodríguez permanece sentado en la sala de su casa, de frente le queda la puerta que da hacia el resto de la comunidad Cruz Roja 1, del Barrio San Jacinto, al sur de San Salvador.

En sus manos, llenas de tierra, sostiene una papa y un pelador, a este último lo resbala con gran practica hasta retirar toda la cáscara del tubérculo.

Su voz es suave, de hecho le cuesta hacerse escuchar.

“Tengo 20 años de pelar papas, trabajo por necesidad, no tengo quien me ayude”, así comienza Jesús a relatar estos último años de su vida.

Además, comenta que inició con este trabajo porque uno de sus conocidos se quedó sin la persona que lo realizaba. Su rostro luce cansado y ya hace notar su edad, a cuestas suma 85 años.

“De vez en cuando me paro y voy a dar una vuelta”, dice mientras señala el espacio en común del vecindario; “así evito que me duela la espalda”, añade.

A su alrededor es posible observar al menos ocho costales rojos, todos llenos de papas, también dos guacales grandes con cáscaras de las mismas.

“Debo pelar uno diario (costal de papas), los martes son dos y medio, ese día la venden más, parece que van cerca de una iglesia y allí las terminan”, explica al relatar como es su jornada cada semana.

El pago

Por cada quintal (100 libras) de papas peladas recibe dos dólares . Ese dinero le sirve a Jesús para pagar los servicios básicos y su alimentación.

“Los domingos vienen dos señoras y me ayudan, ellas también deben ganar dinero”, continua.

Tras ser peladas las papas, la persona que da trabajo a Jesús, las recogen, cortan, fríen y comercializan en diferentes puntos de San Salvador.

En su juventud, Jesús trabajó armando juegos mecánicos, anduvo de pueblo en pueblo, en cada fiesta patronal; de eso ya solo los recuerdos quedan.

De su familia habla poco, su esposa murió hace nueve años, su hijo también falleció.

“Hace bastante tiempo vino mi hermana y una nieta, se llevaron la dirección pero ya nunca volvieron, hasta hoy no sé que fue de ellas”, relata.

Jesús toma otra papa, la pela y la deja caer en un guacal con agua.

Esto se repetirá centenares de veces cada día.

Apartado

Los vecinos dicen que es un hombre callado, muy apartado; aseguran que han sido pocas las veces que han logrado interactuar con él.

“Sí esta cerca de la puerta, posiblemente, hable”, dice David Barahona, líder comunitario.

Además, afirma que de las pocas veces que ha logrado hablar con Jesús, fue una cuando él regaló un puñado de cáscaras de papas para que las utilizarán de abono y preservar la humedad en un huerto comunitario.

La comunidad, donde vive Jesús, fue construida luego del terremoto de 1986, con ayuda de Cruz Roja Internacional.