Una calle llena de piedras, polvo y hoyos lleva hacia quizás una de las zonas menos conocidas del municipio de El Congo, Santa Ana.
Se trata del caserío Pedrero Hondo, cantón Potrero de la Laguna. Dicho poblado está en las riberas del lago de Coatepeque.
Para llegar hasta allí es necesario un vehículo doble tracción y recorrer al menos 15 minutos desde la carretera a Santa Ana.
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Muchas de las casas en este lugar están construidas con láminas, madera y plástico, en su interior abundan las aves de corral y alguno que otro descuidado perro.Otra característica muy particular de la zona consiste en que las viviendas en mención fueron construidas en medio de los negocios turísticos de la zona. No falta el caso que sucedió al contrario.
Los pobladores viven de la pesca y de vez en cuando también realizan tareas agrícolas.
Julio Adalberto Herrera tiene más de 30 años dedicados a pescar. Es un hombre amable, educado y sobre todo hablantín, de baja estatura y su piel rojiza da cuenta de sus muchas horas bajo el sol.
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Buscamos a uno de los pescadores de la zona, le decimos. En su rostro se dibuja una sonrisa y responde: soy uno de ellos.Con esa frase se abrió toda una caja de anécdotas de redes y trasmallos.
Julio tiene 49 años y cinco hijos, pesca todos los días entre las 5 y 6 de la mañana, luego se presenta en la finca donde trabaja la tierra.
Mientras cuenta su historia desenreda una red. “Se agarran entre dos y cinco libras de diferentes clases de peces, entre ellas ejotes, bute, tigres y mojarras”, explica.
Luego los comercializa en los caseríos cercanos, a los cuales llega por medio de veredas cruzando fincas “Si yo lo atrapo ganó más pero a veces toca comprar para revender”, continúa.
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Para hablar de uno de los días que más ha pescado se remonta hasta el tiempo que en el país circulaba el colón y de la difícil situación económica que atravesaba.“Ese día amanecimos solo con un cuartillo de maíz para comer, le dije a mi señora que saliéramos a pescar y logramos atrapar dos tigres (peces) grandes”, relata.
Esa mañana la señora debió remar mientras don Julio tiraba la red.
Al vender los dos pescados reunieron más de 60 colones, lo que equivale, actualmente, a 6.85 de dólar.