La noticia de la muerte de Orlando Iglesias, el sábado por la mañana en la comunidad Tutunichapa IV, en San Salvador, tomó por sorpresa a buena parte de sus seres queridos y conocidos.
"Cuando empezábamos la cadena de oración por la situación de violencia del país mi hermano me habla por teléfono y dice: nuestro padre acaba de fallecer en un hecho violento", de esa manera recuerda uno de los hijos de la víctima cuando lo pusieron al tanto de lo sucedido.
Eran aproximadamente las 7:00 de la mañana cuando el destino preparó en la vida de esta famila dos escenarios diferentes: el de un hijo que en ese momento predicaba el evangelio a jóvenes para que no se involucren en hechos violentos y el de su padre asesinado en circunstancias aún no esclarecidas por las autoridades.
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"Mi papá era una persona que siempre tuvo la costumbre de levantarse muy temprano para ir a trabajar", recueda el joven.Él, al igual que un grupo de personas entre conocidos y parientes llegaron este domingo por la mañana al cementerio La Bermeja, al poniente de la capital, a enterrar al hombre de 64 años.
El cuerpo de Orlando Iglesias era transportado y luego bajado de un carro fúnebre, de esos pick ups modificados, mientras entre los dolientes se escuchaban alabanzas.
"Mi perspectiva como pastor es que no tengo ningún (sentimiento) odio, ningún resentimiento contra las personas que le hicieron esto a mi padre, al contrario predicamos del amor y perdón de Dios y (por eso) perdonamos a las personas que nos hicieron este daño", enfatiza el joven pastor.
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