Para Noemy, el pasado domingo 26 de marzo no fue un domingo cualquiera. Fue el día que su princesa, Carolina Escobar Morán cumpliría 20 años. Noemy se los celebró a lo grande; lo mejor que pudo. En la celebración estuvieron los familiares más cercanos de “Carito” y, por supuesto, el novio, el gran amor de la festejada.
Pero esa celebración fue algo extraordinario, algo fuera de lo normal ¿Cuántas jóvenes salvadoreñas estuvieron celebrando su cumpleaños número 20 el pasado 26 de marzo? Seguramente muchas. Pero el festejo que Noemy le hizo a su hija fue diferente.
La celebración del cumpleaños de Carito fue una mezcla de dolor y alegría.Se podría asegurar que estuvo más cargado de dolor que de júbilo. Sí, porque aquella “fiesta” tuvo un lúgubre escenario. No hubo gallardetes de papel crespón de colores, ni mesas con manteles... Noemy celebró el cumpleaños de su hija entre tumbas, cruces, lápidas y mausoleos. De estos últimos, el que más destacaba en el fondo era el de los Arévalo, una familia reconocida en Tejutepeque, en Cabañas, al norte de San Salvador.
Esa construcción en el cementerio de esa localidad es visible desde muy lejos. Allí fue la “fiesta” con mezcla de dolor.
Le cantaron las mañanitas. La mayoría comenzó bien, pero a medida que avanzaban en la tonada, la voz se les quebraba al recordar que desde hace siete meses, Carolina ya no está más con ellos. Al terminar la canción de Cumpleaños Feliz, cada uno de los que asistieron al cementerio para el festejo soltó un globo morado. Y no apartaron la mirada del cielo hasta que se perdieron en el infinito.
En la soledad, a la espera de certezas
En su vivienda Noemy hizo otro tanto: en la sala de estar de su casa colocó una foto grande de su hija y la rodeó de flores, muchas rosas.
Es el primer año que Noemy es obligada a una sombría celebración de cumpleaños de su hija. El año pasado, el festejo fue diferente. Su hija cumplía 19, pero cinco meses después la violencia que sufren los salvadoreños arrebataría la vida de Carolina.
La joven viajaba desde su casa en una colonia de la zona sur de Soyapango, hasta la urbanización Santa Eduviges, en la zona norte del mismo municipio, en procura de obtener una beca para comenzar sus estudios universitarios. Tenía muchos sueños de superarse.
Pero el 17 de agosto de 2016, la joven fue asesinada a balazos. Lo único que se sabe es que sobre la carretera de Oro, en dirección hacia Apopa, un carro se estacionó a pocos metros de la entrada de la Universidad Don Bosco, se bajaron unos hombres y acribillaron a la joven de inmediato, dejando abandonado su cadáver en el lugar.
La joven fue identificada horas después por sus familiares quienes aún tienen el sabor amargo de que a siete meses de que fue asesinada, las autoridades no han hecho mucho por esclarecer los motivos del crimen y menos han capturado a los responsables de ese asesinato.
La investigación del crimen contra Carolina no tiene más que el reconocimiento legal del cadáver, unas actas policiales y entrevistas a los padres de la joven.
Y ante el clamor de justicia de Noemy y su familia, la Fiscalía les ha dicho que sigan esperando. Que tal vez en seis meses o un año podrían tenerle alguna respuesta.
Ya pasaron seis meses... Van por el año.