Este día inicia en el seno de la Organización de los Estados Americanos (OEA), en la sede de los Estados Unidos, un intenso debate sobre las posibles sanciones que Venezuela podría tener, esto ante el informe en que se plasma que el gobierno de Venezuela irrespeta los principios democráticos que deben cumplir todos los miembros de ese organismo regional como firmantes de la Carta Democrática Interamericana.
Para el abogado constitucionalista venezolano, Asdrúbal Aguiar Aranguren, en su país la democracia ahora es un espejismo, y como muestra de ello, revela que su país se desangra cada día que pasa en una vorágine de pobreza, en donde la “clase media come una o dos veces al día”.
Da cuenta de que la violencia ha pasado a dimensiones impensables hasta hace una década. Habla de un país que se dice ser democrático pero alberga en sus cárceles a 114 presos políticos, por eso reflexiona que “la desnudez de la tragedia venezolana está sobre la mesa”.
Dice que es un país ensombrecido por una oleada de corrupción que llega hasta los niveles del gobierno coludido por el narcotráfico, por el “chantaje” que compra voluntades políticas y de los países, que somete al pueblo a no pensar, restringiendo todos los mecanismos de acceso a la información, como hacer de la industria del papel un monopolio para hacer desaparecer a los periódicos que escriben en contra del gobierno de Nicolás Maduro.
Según Aguiar Aranguren, quien también fungió en cargos públicos en la década de los 70 en Venezuela, los problemas no surgieron ahora, sino que están desde 1999 y que de ello fueron alertados los países de América Latina, muchos de los cuales hicieron oídos sordos.
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Aguiar, quien se encuentra en el país, ve en la OEA la única instancia capaz de frenar el último “escalón antes de llegar al infierno”, y detener en Venezuela una inminente “guerra civil”, que agravaría las fricciones tanto internas como externas en un país en donde la pobreza ya alcanza a más del 80 % de su población.Usted decía que Venezuela ha ocupado el recurso del petróleo como un condicionante para comprar la autonomía de los países, ¿cómo ha funcionado esto en la región y especialmente en El Salvador, que somos gobernados por un gobierno de izquierda que tiene una estrecha relación con Venezuela?
En nombre de Venezuela, trágicamente en nombre del pueblo y escudándose tras la defensa del pueblo se ha incurrido en los peores crímenes que se le pueden atribuir a cualquier gobierno cuando se degenera. En el caso de a revolución chavista, cuando apenas inicia en 1999, ya se sabía de antemano la decisión que había tomado (Hugo) Chávez concertada con Fidel Castro, a objeto de usar la industria petrolera venezolana, como el medio o mecanismo para la expansión de la revolución en América Latina.
Eso exigía de un costo que tenía que sufrir el país y cuyas consecuencias las estamos mirando en el presente, como era destruir y liquidar a lo que uno llamaba en aquélla época la plantilla laboral meritocrática del sector petrolero, una plantilla que alcanzó a transformar a PDVSA, Petróleos de Venezuela, en la segunda transnacional más importante del planeta, que no solo exportaba crudo, sino que tenía un desarrollo aguas abajo en el ámbito petrolero y petroquímico envidiable.
¿Cómo se llega a romper con el sistema democrático tras tener una industria próspera del petróleo?
¿Por qué se dilapidó el recurso de la industria petrolera, porque justamente lo prioritario era en aquel momento lo político ideológico entre comillas y no lo económico y la exigencia que tiene que ver con las obligaciones de todo gobierno, de propiciarle y darle bienestar a su pueblo y sanitaria que hoy en día tiene Venezuela. ¿A dónde viajaron esos recursos multimillonarios?, a todos los países que en la región o apoyaban abiertamente al eje socialista que se articulaba desde La Habana (Cuba) pasaba por Quito (Ecuador), La Paz y llegar hasta Buenos Aires (Argentina) o se neutralizaban entre sus críticas entre el gobierno de Venezuela.
Eso permitió que transcurriesen 17 años, de lo cual estalla esta suerte de volcán de podredumbres y muchos gobiernos de la región ahora se dan por sorprendidos como si esto fuese un hecho que ocurrió hace 24 horas, no, es que la sociedad democrática, la sociedad civil venezolana en más de una oportunidad acudía a los organismos multilaterales, visitaba a los gobiernos extranjeros en la región, y les hace planteamiento de lo que estaba ocurriendo.
En primer lugar la colusión desde 1999 del gobierno de Hugo Chávez y sucesivamente de (Nicolás) Maduro con la industria criminal del narcotráfico colombiano, utilizando el territorio venezolano como aliviadero de la narcoviolencia, dándole soporte inclusive material a la propia narcoviolencia, usando la infraestructura oficial, militar y policial venezolana para la distribución de la droga hacia Europa y hacia Estados Unidos, daba cuenta la sociedad venezolana ante el silencio impávido de los gobiernos que acto seguido comenzaba el proceso de criminalización de la disidencia, que habían presos políticos, que se estaba agotando y muriendo progresivamente el principio de autonomía y de separación de los poderes públicos mediante una sujeción que fue una de las primeras tareas del gobierno, de la administración de justicia, para que las cosas ilegales se mostrasen como legales.
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Al final aparecen estos expresidentes para amansar a la oposición bajo el argumento que, siendo este un gobierno muy violento, es preferible sosegar a la violencia, participa el Vaticano. En esta circunstancia, es preferible el diálogo a la violencia y en medio de este chantaje que más se parece al dilema que vive la familia de un secuestrado frente al secuestrador, la negociación en el fondo surge como un mecanismo perverso de un chantaje para que simplemente se perpetúe un gobierno narco criminal instalado en Venezuela, internacionalmente puesto al descubierto y la sociedad democrática suma su condición de víctima con paciencia, dándole tiempo al tiempo.Llegamos al momento actual con que nos encontramos con que ya la desnudez de la tragedia venezolana está sobre la mesa, obviamente el discurso de ocasión surge sobre la mesa.
¿Y ante toda esta situación, cómo se vislumbra entonces el panorama actual en donde la OEA tendrá que tomar una decisión?
La Carta Democrática Interamericana no plantea la expulsión de ninguno de sus países como ocurría en el pasado, donde se le usaba y cada quien tomaba por su camino. En el sistema que nace de la Carta Interamericana, lo que pasa es que los países deben cumplir reglas básicas de origen y desempeño democrático, y si ese país no cumple con eso, la organización le dice cumpla y si el país insiste en no cumplir, la organización le dice: usted está suspendido de sus derechos de participación en las reuniones de la OEA mientras mantenga esta condición. Sigue la OEA incitándolo hasta que logre su objetivo para que vuelva al cauce de la democracia, la situación que se ha visto vulnerada.
Estas reuniones que tendrán lugar en la OEA marcan un punto de quiebre: o regresamos a la vieja OEA en los tiempos de la dictadura donde se sentaban alrededor de la misma mesa democracias civiles decentes con dictadores oprobiosos y no pasaba nada, o entendemos que la OEA es un club de democracia verdadera y auténtica y en donde frente al desafío de la democracia no se puede tener una actitud hipócrita.
Obviamente entiendo que cada país mira por su propia realidad, por su propio interés, pero allí cabe la pregunta: quien se deja chantajear una sola vez es objeto de chantaje permanentemente y quien acepta un chantaje de otro gobierno por una circunstancia que ha planteado Venezuela, de ‘no los ayudo con los recursos petroleros’, ¿de qué independencia o soberanía puede hablar ese país?
¿Cómo luce el gobierno de El Salvador al guardar silencio sobre la situación en Venezuela? ¿Est+a cediendo al chantaje que usted ha mencionado?
El secretario de la OEA, Luis Almagro, lo que ha señalado es que la totalidad de los artículos de la Carta Democrática, que han sido las reglas del juego del club de la democracia, han sido integralmente violentadas por el gobierno de Venezuela. ¿Frente a eso pueden los socios mantener una postura indiferente?, o es que acaso para no suponer lo peor que existe colusión o complicidad con una narcodictadura que chantajea a través de los recursos ilícitos generados por el manejo corrupto de la industria petrolera. La antesala de una situación que yo no quiero que llegue a Venezuela de una verdadera guerra civil y eso es lo que tiene la responsabilidad de detener la OEA.