Don Julio no soporta hablar ni un minuto de la desaparición de su hijo Leonidas Enrique Morales cuando sus ojos se anegan de lágrimas. A pesar de que ayer le informaron que ha sido localizado muerto, dice que se siente triste como desde aquel 12 de octubre de 2016, cuando le informaron que no se había presentado a la Fuerza Aérea junto a tres militares más.
“Tanto que nos amábamos con mi hijo. Es lo más doloroso de mi vida. Jamás esperaba esto. Les digo a mis amigos que no quisiera vivir. El enemigo me ha quitado una parte de mi vida. Cuando me decían las autoridades de la Fuerza Armada que mi varón era un desertor y que había tomado caminos diferentes, les dije con propiedad y en alto que mi hijo era un hombre, no cobarde. Nunca creí lo que dijeron”, relata el doliente.
Tras recibir la noticia del paradero de su hijo, dice que se fue para su casa, le comentó a su esposa y se soltó a orar. Sus hijos lo acompañaron a rezar y su casa se volvió un mar de lágrimas. Le dio gracias a Dios por haber encontrado aunque sea los restos de su hijo. Pero aunque la noticia es aparentemente buena, en el fondo está cargada de tristeza. Una tristeza insoportable.LEA ADEMÁS: Autoridades reportan el hallazgo de cuatro cadáveres en Ilopango
“Me siento igual. Tengo en mi corazón la misma tristeza desde aquel 12 de octubre pasado. No ha cambiado nada. Salgo de mi casa y llega la noche pensando en mi hijo. En aquel muchacho que nunca me desobedeció, que siempre me dijo a dónde iría. Por eso lo admiré toda la vida que lo tuve, siempre se mantuvo fiel a mi palabra”, narra el padre del soldado.
Don Julio dice que ahora que se ha llegado ese momento de haberlo encontrado, él desea que la autoridad lo apoye lo más que pueda.
“Quiero llevarlo a una tumba, no vamos a enflorarlo siempre, pero quiero tener esa satisfacción de darle su último adiós y despedirlo como mandan las leyes de la vida”, sostuvo el señor entre llanto.
El doliente declaró que aún recuerda el día que su hijo le dijo que se iría a presentar a la Fuerza Armada.
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Era por necesidades económicas, porque quería sacarlo de la pobreza en la que viven.
Don Julio sabe que nadie volverá la vida a su hijo.
Ya está con Dios, lo tiene seguro porque era un buen hijo, pero su necesidad económica cada día crece y por eso ruega a las autoridades que apresuren el paso para una ayuda económica que se merecen.