Un proyecto de ley fue presentado el mes de noviembre ante el Congreso chileno para evitar que se resalte la figura de la dictadura militar que atravesó el país suramericano durante la administración del general Augusto Pinochet.
La iniciativa se denomina "Ninguna calle llevará tu nombre" y fue suscrita por la diputada Camila Vallejo, quien dijo que "creemos que en todos los ámbitos de la vida nacional se debe fomentar la cultura democrática y de derechos humanos, para lo cual es inaceptable que calles y otras instituciones usen como nombre a personajes tan siniestros, cuyas acciones marcaron a fuego la vida de tantas y tantos chilenos", postura la cual ha sido apoyada por agrupaciones de derechos humanos. Este movimiento se ha generado dentro del marco de la pretensión del Gobierno chileno de nominar a la carretera austral como "Augusto Pinochet".
El proyecto del ley está basado en experiencias internacionales, como la ley que prohíbe el nazismo en Alemania o la que prohíbe el franquismo en España, leyes las cuales pretenden evitar que se glorifique o se honre de forma pública a personajes históricos que han ensangrentado a sus respectivos países, con la esperanza de que los actos crueles o de lesa humanidad en que participaron, ordenaron o aprobaron, no vuelvan a ocurrir en tales sociedades.
En la capital salvadoreña se encuentran diversos monumentos con un gran valor histórico porque narran sucesos y acontecimientos que marcaron la historia reciente del país, muchos de ellos relacionados con personajes que tuvieron una relevante actuación dentro del conflicto armado, dentro de ellos, en la carretera al aeropuerto de Comalapa se encuentra el "Monumento a la Paz", develado en 1994 como un símbolo para recibir a los deportistas que participarían en los Juegos Centroamericanos y del Caribe. No obstante, el significado de esta imagen trasciende porque las manos del Cristo de la Paz simbolizan la conciliación de la derecha y de la izquierda política del país. Fue diseñada y montada en honor a los Acuerdos de Paz por el escultor Rubén Martínez y elaborada con casquillos de balas, latón y bronce fundido.
Dicho "Monumento a la Paz" era necesario para conmemorar las 75.000 personas perdieron la vida en la guerra civil que sufrió El Salvador entre 1979 y 1992, de las cuales se estima que hasta un 80% de las víctimas eran civiles. Muchos de ellos fueron asesinados en hechos que han pasado a considerarse como "crímenes de guerra" y fueron investigados en el informe de la Comisión de la Verdad de 1993, asesinatos viles realizados utilizando como pretexto un conflicto armado. Dentro de los casos más significativos por sus implicaciones políticas que se incluyeron en el Informe emitido por la Comisión de la Verdad, ocurridos desde 1970 considerando el ambiente de preguerra que vivió El Salvador desde ese año, incluyen el asesinato del empresario industrial Ernesto Regalado Dueñas, secuestrado y torturado por una organización clandestina autodenominada "El Grupo" (germen del futuro Ejército Revolucionario del Pueblo); el del empresario Roberto Poma, secuestrado por el Ejército Revolucionario del Pueblo; el asesinato del Ministro de Relaciones Exteriores, Mauricio Borgonovo Pohl, cometido por las Fuerzas Populares de Liberación "Farabundo Martí" (FPL), a quién habían secuestrado desde hacía un mes. Todos cobardemente asesinados mientras se encontraban capturados, desarmados y amordazados. Igual de condenables son las masacres de campesinos a orillas del Rio Sumpul en Sonsonate, cometidas por la Guardia Nacional o la masacre del Cantón el Mozote, cometida por el Batallón Atlacatl.
Nadie en su sano juicio pretendería erigir en algún punto de El Salvador, un monumento a un militar o político involucrado en una de las tantas acciones brutales cometidas dentro del marco de la guerra civil salvadoreña y detalladas e investigadas por la Comisión de la Verdad, no obstante sí podemos apreciar cómo en plazas, redondeles y parques nacionales se continúan erigiendo o bautizando con nombres de personajes de izquierda señalados por su participación en asesinatos y secuestros cometidos dentro del conflicto. Considero que ha llegado el momento que la sociedad civil le recuerde a los políticos, tal como está sucediendo en Chile, que la reconciliación de la que tanto se menciona en los discursos de los candidatos y funcionarios públicos, llega también por medio del respeto a todos los salvadoreños que de uno u otro bando, sangramos, sufrimos y lloramos durante el conflicto armado. Un criminal no lo es o deja de serlo, por ser de derecha o izquierda, lo es y punto. Dentro de tanta "iniciativa" de leyes que produce la Asamblea Legislativa, espero que pronto todos los partidos políticos se unan para que nosotros tambien podamos tener una ley que se llame "Ninguna calle llevará tu nombre" y así evitar que se honre la memoria de siniestros personajes de nuestro pasado reciente, nombres de individuos que merecen estar en el olvido y no en nuestros parques, plazas, redondeles y mucho menos en nuestra libreta de direcciones.
*Colaborador de El Diario de Hoy.