Tiene 81 años, es originario de San Miguel y es considerado uno de los mejores escritores de su época al relatar la realidad nacional con sus obras, ese es Manlio Argueta.
Hasta el momento, este escritor salvadoreño tiene siete obras publicadas y alrededor de 150 poemas inspirados en la realidad salvadoreña; aún no se piensa detener porque siempre siente impaciencia por escribir.
En cuarto grado, Manlio confiesa, que comenzó a escribir poemas, y tanto escribía que fundó el periódico “Inquietud” en su adolescencia.
“Solo un profesor prestaba atención a mis poemas, de ahí todos decían que traía para matemático y todo eso”, rememora Argueta. Este profesor entonces le dijo a Manlio que publicaría sus poemas en la sección literaria del periódico “El Faro de Oriente”, y así lo hizo.
Luego, Argueta se vino a San Salvador para estudiar en la universidad y “para mantenerme di clases de matemáticas y álgebra”.
“Era un desconocido al que le hacían burla por su forma de hablar y gané dos premios de poesía. Salieron publicados en el periódico y cuando me empiezan a buscar, pensaron que mi nombre era un seudónimo”.
A raíz de esto, Manlio comenta que Roque Dalton y Roberto Armijo le fueron a tocar la puerta de su casa, porque “averiguaron que era un joven como ellos”.
Manlio considera que uno de sus logros más importantes ha sido estar en 40 de las universidades de Estados Unidos; así como, haber tenido a su novela “Un día en la vida” traducida en israelí, ruso, hebreo, entre otros idiomas más, y haber hablado de “la tortilla, el chucho y el cipote en una ciudad tan histórica como lo es Núremberg”, la ciudad donde juzgaron a los soldados de la Alemania nazi después de la Segunda Guerra Mundial. Y saber que esa misma obra fue denominada, en Estados Unidos, como la quinta con más impacto social en el Siglo XX.
Luego, cuando vivía en tierra costarricense, “fundé el Instituto Cultural Salvadoreño Costarricense y compré el Teatro Sala de la Calle 15; a través del teatro ayudábamos a grupos alternativos y uno de ellos llegó a representar mi obra, “Un día en la vida”, detalla Manlio.
“Tienen que leer bastante, no importa si es papel o digital, porque la lectura te da fluidez de pensamiento, conceptualización y sobre todo más tendencia a lo propositivo, a veces tendemos a ser destructivos y eso hay que desecharlo. Puede ser literatura, esta te da conocimientos en valores ¡Imagínate el valor que puede tener en Rusia o Estados Unidos!”, aconseja Argueta.