Bulldozer, excavadoras, soldados del Centro de Ingenieros de la Fuerza Armada (CIFA) luciendo cascos amarillos y empuñando picos y palas, oficiales militares mostrando orgullosos una maqueta y el vicepresidente de la República, Óscar Ortiz, hablando sobre los logros obtenidos con las medidas extraordinarias de seguridad...
Todo eso era parte del ambiente de aquel martes 17 de mayo de este año cuando el gabinete de seguridad anunciaba la colocación de la primera piedra que simbolizaba el inicio de construcción del primer Centro de Detención Temporal en un terreno de 32,500 metros cuadrados que está al costado norte del centro penal La Esperanza, mejor conocido como Mariona.
EL ANUNCIO: Así lucirá el nuevo centro temporal de reclusión en Mariona
En ese mismo acto firmaron un convenio interministerial entre Seguridad Pública, de Defensa y Obras Públicas. Entre esos tres ministerios echarían a andar la construcción de las tres “minicárceles” que alojarían un aproximado de 10 mil reclusos de baja peligrosidad. Eso dijeron los funcionarios.
Además de ese centro, prometieron construir dos más: uno inmediato al centro penal de Izalco y otro en Zacatecoluca, adyacente al centro penal de máxima seguridad, conocido como Zacatraz.
Ortiz afirmó que esas tres nuevas construcciones eran parte de las medidas extraordinarias de seguridad, lo cual también disminuiría el hacinamiento que hay en el sistema penitenciario que, para entonces, era del 300 por ciento. Ese mismo discurso manejó el ministro de seguridad Mauricio Ramírez Landaverde.
Diputados de todos los partidos políticos, reos en fase de confianza del programa Yo Cambio, funcionarios y empleados públicos que llegaron al lugar aplaudieron la iniciativa.
El vicepresidente Ortiz dijo que la construcción de los tres centros temporales de detención costarían aproximadamente 10 millones de dólares que serían tomados de los 152 millones de dólares que se obtendrían de la emisión de bonos, lo cual fue aprobado por unanimidad en la Asamblea Legislativa el 26 de mayo, es decir, nueve días después de que el gabinete de seguridad, encabezado por Ortiz, prometiera que el primer centro de reclusión temporal estaría construido en cuatro meses.
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Sin embargo, han transcurrido siete meses desde aquel 17 de mayo y el terreno de 32,500 metros cuadrados luce abandonado.
Un grueso candado cierra el paso a vehículos. Lucen vacío. En el espacio aplanado para que aquel 17 de mayo se estacionaran los vehículos y se colocaran los canopys luce ha crecido monte.
A lo lejos se ven los garitones 8 y 9 del perímetro de seguridad del centro penal de Mariona cuyos centinelas fueron testigos de aquel show montado hace siete meses. Los bulldozer, los soldados del Comando de Ingenieros y los reclusos del programa Yo Cambio que trabajarían en la construcción jamás volvieron. Solo los llevaron aquel 17 de mayo.