El doctor Roberto Peña Chang, ginecólogo, obstetra y ultrasonografista, afirma que en sus 26 años de experiencia nunca había visto ni atendido un caso similar al de María José Díaz Castro y hasta la fecha tampoco ha conocido alguno que se haya dado después.
Lo que recuerda es que no estaba de turno en el Hospital Primero de Mayo del Seguro Social ese día y le llamaron por una paciente, Carmen de Díaz, que él había atendido aproximadamente un año antes por una operación para quitar un tumor o fibroma benigno. Al médico le llamaban solo cuando había un caso difícil. Le explicaron que era una paciente de 26 semanas de gestación (de 40 en total) con un fuerte dolor, con un ovario retorcido y sin líquido amniótico en la bolsa, el cual ayuda al desarrollo del bebé y lo protege.
Carmen esperaba su segundo hijo con las ilusiones de toda madre. Por eso le extrañó y alarmó que en su nuevo embarazo sintiera con fuerza la mano de su bebé dentro de su vientre junto a un fuerte dolor.
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Ella no dudó en consultar al médico. Sin embargo, como todos los pacientes del Seguro Social, tuvo que esperar para ser atendida.
Horas después y tras una ultrasonografía, el doctor a cargo le da la noticia: ¡Señora, su hija se ha salido del útero, tiene todo su brazo fuera!
Hubo una rotura espontánea del útero, que consiste un desgarro de las fibras musculares uterinas. Es una condición grave que pone en peligro la salud de la paciente, pudiendo hasta ocasionar su muerte.
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Peña Chang afirma que junto a los doctores Tonia de Varela, Carlos López y Silvia Quijano entraron a la sala de operación con la idea de ver un quiste en el ovario. Pero no era un quiste.
“Cuando la rompimos, salió el líquido y la mano de la bebé. Le metí la manita adentro del útero y logramos meter las membranas dentro del útero”, explica Peña Chang.
Añade que fue asombroso para ellos tener una parte de la bebé afuera, ya que ninguno de ellos había tenido un caso igual.
Recordó que en otros países hacían una cirugía fetal ultrauterina, en la que operan al bebé en el vientre materno y se vuelve a cerrar. Él pensó que era algo parecido.
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“En esos momentos lo único que uno hace es encomendarse a Dios y recordar todo lo estudiado y aprendido personalmente y de los otros colegas”, dice el ginecólogo.
El doctor afirma que tuvieron segundos para decidir qué hacer. Si sacar a la bebé e intentar que sobreviviera con tan pocas posibilidades, por su peso y tiempo de gestación, o meterla y esperar que el líquido amniótico volviera a generarse.
Decidieron esperar y mandaron a la madre a la UCI en reposo absoluto, mientras maduraban los pulmones de la niña con esteroides y esperaban que ganara un poco más de peso.
Finalmente nació a las 28 semanas de gestación (de 40) con 2. 25 libras de peso y 35 centímetros.
El doctor Peña Chang destacó también la labor de los neonatólogos y del equipo que posee el hospital. “Valió la pena y la mano de Dios está ahí”, concluye. El especialista dejó de trabajar en el ISSS hace un año.
María José Díaz Castro es una niña sana, de 9 años, que pronto cursará Tercer Grado, y quien quizá no tenga ni idea del milagro que representa su vida para su familia, y también para el valiente equipo médico que estuvo a cargo de su nacimiento el 5 de diciembre de 2007.