El Juzgado de Sentencia de Sonsonate condenó a Rómulo Ismael González González, quien ostenta el cargo de rector en el Complejo Católico Jesús Obrero, a pagar dos salarios mínimos por el delito de expresiones de violencia contra la mujer.
El centro escolar está ubicado en el cantón Ateos del municipio de Sacacoyo, La Libertad. Fue ahí donde Rómulo Ismael González maltrató con expresiones de violencia a Paz Chinchilla, quien se desempeñaba como psicóloga o consejera.
El imputado fue acusado y condenado bajo la Ley Especial Integral para una Vida Libre de Violencia para las Mujeres. El delito por el que fue procesado fue el de expresiones de violencia contra las mujeres, sancionado en el artículo 55 literal C.
De acuerdo con la víctima, su relación laboral era muy normal con los docentes, alumnos y personal administrativo.
Sin embargo, todo cambió a partir del 28 de julio de 2015 cuando se negó a firmar una lista que el rector escolar González le pidió hacer.
“Me negué a firmar una respuesta que institucionalmente debería darse al Ministerio de Educación, a la Departamental, que estaba cuestionando cobros irregulares, venta de camisetas, desagües de fosa séptica en un río, maltratos, y otras cosas”, aseguró la víctima.
Agregó que, después de la negativa de estampar su firma en el documento, el condenado cambió el trato con ella, la aisló, tomó represalias y la comenzó a vigilar.
Incluso, cuestionaba a los demás docentes qué era lo que platicaban con ella, relató Chinchilla.
Rómulo Ismael González, dijo la víctima, la mandó a llamar y claramente le expresó que ya no recibiría a más alumnos para consejería y le prohibió hablarles, y le dijo que no tuviera contacto verbal con los maestros.
El acoso fue tal que también le bloqueó la computadora, la comenzó a vigilar con la gente de su confianza y le descargó las responsabilidades que tenía como psicóloga.
“En una ocasión me gritó delante de los alumnos, en otra me gritó frente los compañeros maestros. Un día me arrebató unos documentos; yo agarré una crisis de nervios y me incapacité”, dijo la víctima, quien al recordar los pasajes de su amarga experiencia aún se pone a llorar.
Pero el condenado Rómulo Ismael González no llegaría hasta ahí. El 17 de noviembre de 2015 le entregó una carta en la que le notificaba que estaba despedida.
La señora recuerda que González le dijo que la estaba despidiendo, “te estoy echando”, y le dijo que el siguiente día no entraría al Complejo Católico Jesús Obrero.
Ante la gravedad de la situación, la ofendida acudió al Ministerio de Educación a exponer su caso y ahí le dijeron que se presentara a laborar porque su plaza laboral dependía de los fondos del gobierno y estaba adscrita a la Ley del Servicio Civil.
Y así hizo. Sin embargo, la vigilancia de la escuela no le permitió el ingreso porque tenían órdenes de Rómulo González de no dejarla entrar.
La denuncia
Antes de acudir a la Fiscalía General de la República, Paz Chinchilla fue a otras instituciones para que le ayudaran con el problema, el cual ya entraba en el ámbito legal.
Aseguró que fue a la Procuraduría General de la República en donde le aconsejaron que conciliara.
“¿Pero qué tenía que conciliar yo él? Nada”, se respondió Chinchilla, al recordar que no le brindaron ningún apoyo.
También acudió al Instituto Salvadoreño para el Desarrollo de la Mujer (Isdemu), en donde tampoco le ayudaron, porque no sabían a qué instancia mandarla.
Con mucha frustración, dijo que comenzó a buscar información y encontró Ley Especial Integral para una Vida Libre de Violencia para las Mujeres, por lo que acudió a denunciar a Rómulo González ante la Fiscalía General de la República.
Con la demanda, el Ministerio Público presentó la acusación y el caso superó la etapa de inicial (juzgado de Paz), de Instrucción, hasta que llegó al Juzgado de Sentencia de Sonsonate.
Con todas las pruebas y testigos presentado por la Fiscalía y desestimar las del acusado, el tribunal emitió su sentencia el 26 de octubre.
A González se le condenó a pagar dos salarios multa; que aunque para la ofendida es muy poco, sienta un precedente.
Un llamado a denunciar
La experiencia por la que pasó la víctima puede ocurrir en cualquier medio, ya sea laboral o familiar. Paz Chinchilla hizo un llamado a las mujeres para que no se queden calladas, que no sientan temor de denunciar los maltratos de expresiones de violencia, “que no vean normales los abusos y gritos de sus jefes o sus familiares”, dijo.
Desconocimiento de la ley
Para la víctima, la Ley Especial Integral para una Vida Libre de Violencia es poco conocida por la
población femenina y por eso no se conocen denuncias, por lo que
es importante que las instituciones que velan por el derecho de las mujeres hagan campañas de difusión, dijo.