José Isidro Paredes, sub sargento de bomberos, tiene 22 años y 10 meses de estar brindando servicio en el Cuerpo de Bomberos de El Salvador.
Asegura que dentro de sus acciones más emblemáticas está su participación en la extracción de cadáveres del accidente aéreo ocurrido en 1995 en el volcán Chinchontepeque de San Vicente.
El avión Boeing 737-200 hacía la ruta de Miami hacia San José, en Costa Rica, según publicación de El Diario de Hoy del 10 de agosto de 1995.
José asegura que recibieron la alerta a las 11:30 de la noche e iban llegando al lugar del accidente a la 1:30 de la madrugada y fue difícil llegar porque no conocían el lugar.
“Nos dimos cuenta que íbamos llegando cuando sentimos el olor a diesel, empezamos a caminar en lo oscuro, a buscar personas con vida. En la mañana nos dimos cuenta que habíamos caminado entre los cadáveres y no nos dimos cuenta”, relató.
Dice haberse sentido muy decepcionado, puesto que esperaban encontrar personas con vida, pero solo estaba los escombros del avión, pertenencias y cuerpos desmembrados.
“Habían maletas por todos lados... quizás hasta un grupo de mariachis iban porque encontramos sombreros, trajes y los instrumentos”, dijo.
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Según publicación de El Diario de Hoy, en el avión murieron 65 personas, 58 pasajeros y siete tripulantes.
José asegura que no estaba graduado de la academia cuando asistió a esta misión y tenía pocos meses de haber entrado al Cuerpo de Bomberos.
Sin embargo, manifestó que ser bombero es lo mejor que le ha pasado en su vida, ya que su carrera ha sido de muchas gratificaciones.
“Es una bendición de Dios, esto me ha permitido ayudar a muchas personas. Es una satisfacción que lo llena a uno de mucha emoción”, contó.
José espera brindar servicio durante 15 años más, puesto que asegura que disfruta lo que hace.
“Si volviera a nacer, volvería a ser bombero. Desde un principio dije: esto es para mí y aquí me quedo”, comentó.
En la actualidad, además de participar en las actividades de rescate y emergencias también imparte charlas de prevención a niños en centros escolares.
Él no tiene hijos, pero asegura que los niños con quienes convive, durante las charlas, vienen siendo como sus hijos y sobrinos.