Agentes de cambio. Esa fue la frase más repetida entre los jóvenes panelistas que participaron del conversatorio “Historias de éxito”, organizado por Movistar con motivo del décimo aniversario en el país de la Fundación Telefónica, que ha invertido cerca de $20 millones en programas sociales con el objetivo de cerrar la brecha digital en El Salvador.
“Como fundación nos sentimos emocionados de cumplir diez años en El Salvador, y qué mejor manera de celebrarlo que escuchar las historias de éxito de estos jóvenes, que son nuestros mejores indicadores. Esto es nuestra motivación para seguir trabajando e invirtiendo en la juventud y niñez salvadoreña”, explicó José Antonio Fernández, director de Fundación.
En total son más de 107,000 alumnos beneficiados de la formación de sus docentes en metodologías de enseñanza del Siglo XXI, y unas 29 Aulas Fundación Telefónica funcionan en el país. El programa incluye 6,230 docentes capacitados en la brecha digital, en innovación y creatividad en unos 390 centros escolares.
Los jóvenes, estos nuevos agentes de cambio, tienen historias similares. La mayoría, por la situación económica familiar, se veía obligado a dedicarle más tiempo al trabajo -generalmente en la recolección de café o el corte de caña de azúcar- que a los estudios, por lo que sus objetivos personales quedaban relegados. Con la ayuda de la fundación, todo cambió.
Los testimonios fueron conmovedores. “Nos cambió la vida”, dice Edwin, que cuenta con orgullo su proyecto de emprendedurismo con la miel. O Esmeralda, que gracias a la beca se convirtió en profesora para primero y segundo ciclo. Está el caso de Gerson, que de ir apenas dos veces a la semana a la escuela se ha convertido en graduado universitario y ya sueña con tener su propio estudio contable.
Yanira, otro caso testigo: una joven de Salcoatitán a la que la fundación le permitió iniciar el proyecto de su propia panadería. O Marlon, al que el incentivo de Telefónica le permitió estudiar una carrera técnica y hoy trabaja para una empresa proveedora de Telefónica. Y ni hablar de Dorys, que de vender pasteles en las calles acabó graduándose en licenciatura en matemáticas en la Universidad de Sonsonate.