CEL y LaGeo construyen escuela en San Martín

Alrededor de 125 estudiantes de la comunidad Rutilio Grande en el municipio de San Martín fueron beneficiados con la construcción del centro escolar gracias al aporte de la Comisión Ejecutiva Hidroeléctrica del Río Lempa (Cel) y de la generadora de energía LaGeo.

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Aulas y pasillos de la recién inaugurada escuela en la comunidad Rutilio Grande.

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26 October 2016

A inicios de este año, unos 60 niños recibían clases en una improvisada galera, en un terreno de la comunidad Rutilio Grande, en las cercanías del kilómetro 17 de la carretera de Oro, en la jurisdicción de San Martín, al oriente de San Salvador

Los profesores, padres de familia y los mismos niños construyeron la galera usando plásticos y láminas viejas. La idea de los padres de los menores era  no dejar que los niños asistieras a otras escuela aledañas para evitar, en alguna manera, el acoso de las pandillas.


Una misión de la Comisión Ejecutiva Hidroeléctrica del Río Lempa (CEL) y de la distribuidora de energía LaGeo  acudió a la zona tras una publicación de El Diario de Hoy, en la que se denunciaba las paupérrimas condiciones de la maltrecha escuela y constataron las necesidades y el deseo de esa comunidad de tener su propio centro escolar.

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Fue así que ambas instituciones iniciaron las gestiones con los dirigentes de la comunidad para iniciar la construcción de la escuela.

La  comunidad decidió que la nueva escuela fuera construida en un predio aledaño.


El martes pasado, las instituciones dieron por inauguradas las nuevas instalaciones del Centro Escolar de la Comunidad Rutilio Grande.

Las instalaciones incluso han sido autorizadas por el Ministerio de Educación (Mined), el cual les ha dado su número de registro para que puedan optar a todas las actividades que ejecuta en las escuelas públicas del país.

David López, presidente de la CEL, exaltó la labor de los profesores y de los padres de familia que han ayudado a concretar el nuevo centro escolar.

 “Es una expresión de una escuela a base de estructura metálica y forros que nuestros compañeros del grupo Cel han ido colaborando”, dijo.


El funcionario dijo que era reconfortante hacer que “cambien cosas” y que los niños empiezen a “pasarla bien” en su nuevo centro escolar.

“No hay nada mejor ver a los cipotes, como decimos, sonrientes alegres y divirtiendose y pasándola bien, porque hay muchos niños que no la pasan muy bien todavía en este país”, recalcó López.

Esfuerzo de la comunidad

“La escuela comenzó con una gran necesidad. Comenzamos con plásticos y posteriormente vino la ayuda y tenemos la escuela provisional”, dijo doña Karla Elizabeth Alvarado, una madre de familia. Agregó que la escuela comenzó a funcionar con 60 estudiantes y esperan que al finalizar el año se gradúen 125 estudiantes.

La licenciada Iris Iveth Ayala, es una de las profesores de la escuela y contó que inició a trabajar en ese lugar en febrero de este año.

Recordó que los niños tenían que traer cualquier silla de su casa para utilizarla como pupitre, porque no tenían en donde escribir y recibir sus clases.

“Nos ha costado iniciar con las clases, acá habían carpetas negras y ahí trabajábamos”, dijo la profesora.


La profesional indicó que tiene compañeros que viajan desde Cojutepeque, San Vicente  y San Salvador, para atender a los niños.

El director de la escuela de la comunidad Rutilio Grande Oscar Antonio González, manifestó que el sueño de tener una escuela se hizo realidad.

“Se apostó a una educación integral que tenga que ver con principios y valores. Dios mediante en este sueño nos puso a las personas indicadas que han hecho posible este sueño”, dijo González.