Carlos Carcash: “Lo único que les queda es que les digan héroes”

Hasta el 1 septiembre de este año, 29 policías habían sido asesinados.

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Fuerzas de tarea conjunta.

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18 October 2016

Eran las seis de la mañana, en el Puerto de La Libertad, cuando un policía intentó subir a su motocicleta pero no pudo. No tuvo tiempo.

La fuerza de 10 pandilleros que halaron el gatillo acabó con su vida. “Fueron tantos balazos que ni los pude contar”, relató un testigo. El agente no pudo defenderse, “el arma se le encasquilló”; tampoco quedó junto al cadáver. “Los pandilleros se llevaron el arma”, relató uno de sus compañeros.

Carlos Arriola tenía 30 años de edad y seis años de ser policía. Estaba destacado en la Delegación El Palmarcito, en Tamanique, La Libertad. Fue asesinado durante su licencia.


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El cadáver yacía frente a su compañera de vida y los hijos de esta. “Nos ayudaba con la tareas, nos llevaba a pasear y nos había presentado a su hija”, dijo uno de los niños. Arriola dejó en la orfandad a una niña de 10 años. Era padre soltero.

La escena del crimen que sorprendió a un niño de siete años que pasaba por el lugar fue publicada por la periodista Diana Escalante, en El Diario de Hoy, el 18 de marzo de 2016. A Carlos Arriola nadie le dijo que era un héroe. A su funeral asistieron su familia y un jefe de la delegación donde trabajaba, pero no hubo un acto oficial donde se le rindieran honores.

El criminólogo Carlos Carcash opina que, a los policías, el único consuelo que les queda es que les digan héroes: “Pero de ser héroes no se come”.

El padre del policía asesinado se negó a responder si el gobierno ayuda económicamente a la hija del policía. “No puedo hablar de eso”, susurró al teléfono. El ex agente Reyes dice: “La gente tiene miedo a dar declaraciones porque no tienen seguridad. Están abandonados. Algunos han tenido que huir de sus casas”.

Hasta el 1 septiembre de este año, 29 policías habían sido asesinados. Carlos Betulio Dinarte fue un policía que quiso ser cadete, pero por agravios en la Escuela Militar buscó realizarse en la Policía. Ahora es la décima víctima de la violencia contra los policías este año. Un familiar, a quien no se identifica por razones de seguridad, recuerda: “Tenía esposa y un hijito menor. Antes había perdido a su esposa y a una hija, por enfermedades crónicas”.

Dinarte también sufrió graves enfermedades que lo obligaron a no seguir patrullando. Atendía emergencias del 911.


Ni voz ni voto


Bajos salarios, marginación, maltrato psicológico verbal, degradación y condiciones deplorables en las delegaciones son algunas de las denuncias constantes del Movimiento de los Trabajadores de la Policía. Su líder, Marvin Reyes dice: “En 20 años no ascendí. Hay compañeros  de la promoción uno, a los que es inconcebible que nunca se les haya dado una tan sola oportunidad (de ascender)”.

El trabajo policial está plagado de advertencias a los policías que alteren el orden en la institución. “Están cegados de prepotencia. Lo que hacen es reprimir y no escuchar”, dice Reyes.

El Reglamento de la Ley Orgánica de la Policía considera “muy grave” manifestar una actitud contraria a las órdenes del presidente de la República y “grave” gestionar reclamos o peticiones colectivas a las autoridades de la institución. Hacerlo es causa de degradación o despido.

En marzo de este año, cuatro policías entregaron su equipo de trabajo y abandonaron su cargo, fueron suspendidos por concentrarse frente a Casa Presidencial el 27 de enero.  Pedían ser escuchados.