El sismo que cambió la cara de la capital

El movimiento telúrico provocó el colapso de varias estructuras en San Salvador. Se registraron cerca de mil 500 víctimas fatales y una cantidad superior de lesionados.

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La herida nunca sanará

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08 October 2016

Mañana se cumplen 30 años desde aquel fatídico terremoto de 1986 que sacudió San Salvador y que costó la vida de aproximadamente mil 500 personas, además de dejar cuantiosas pérdidas materiales.

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El movimiento fue registrado por el Servicio Nacional de Estudios Territoriales (Snet) con una magnitud de 7.5 grados Richter  y con una intensidad de IX en la escala de Mercalli.

Desde la mañana de aquel fatídico viernes hasta febrero del siguiente año (1987) se registraron más de mil temblores en toda el área Metropolitana de San Salvador, según detallaron las autoridades.

Minutos antes del terremoto, miles de empleados se encontraban desarrollando sus labores cotidianas, alumnos de diferentes centros educativos públicos y privados se aprestaban a salir de regreso a casa para disfrutar del tan esperado fin de semana; centenares de personas caminaban por las calles capitalinas cuando la tierra se estremeció. 

El fuerte sismo provocó que varios edificios colapsaran.   Uno de los escenarios más difíciles de asimilar fue el edificio Rubén Darío, ubicado sobre la calle con el mismo nombre, en el centro histórico capitalino. Ahí se concentró buena parte de la atención de las autoridades luego que decenas de personas quedaran soterradas.

En ese lugar se reportaban cerca de 60 personas que estaban laborando y tras desplomarse la estructura fueron reportadas como desaparecidas. El rescate de sus cuerpos duró varios días y se necesitó de la colaboración de distintas entidades de socorro nacionales y extranjeras.

Seis días después del trágico evento, se contabilizaban unas 976 personas fallecidas, aunque poco a poco las cifras se incrementaban hasta llegar al millar y medio.

Además, reportes del sistema de emergencias de la época informaban de cerca de diez mil personas lesionadas y el mismo número de damnificados, los cuales perdieron sus viviendas por completo.

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Aunque, según un informe oficial basado en datos del Centro de Investigaciones Geotécnicas del Ministerio de Obras Públicas (MOP), quedaron destruidas o severamente dañadas unas 60 mil viviendas. 

Las zona que fue más afectada es el centro y sur de la capital. Barrios como La Vega, San Jacinto, Santa Anita y otros cercanos resultaron con cuantiosas pérdidas.


El país nunca ha estado preparado

A pesar de haber transcurrido 30 años de la tragedia aún somos vulnerables a sufrir daños por estos fenómenos naturales.

El historiador Héctor Sermeño relata que, hasta antes de 1986, El Salvador no había estado preparado para grandes desastres naturales, haciendo también alusión a los terremotos de 1917 y 1919 que devastaron la capital. 

“Más que un país pobre económicamente somos un país pobre visionariamente, respondemos al evento, pero no lo prevenimos”. Para el cronista, una de las grandes deudas de los gobiernos con el pueblo es la falta de refugios adecuados, para todo tipo de catástrofe.

Sermeño manifestó, que en una región con alta actividad sísmica, el terremoto del 3 de mayo 1965 hizo que muchas estructuras se debilitaran y cedieran ante la actividad sísmica de ese fatídico día. “Los daños ocasionados por el terremoto de 1965, que no fueron tomados en consideración por los gobiernos de la época, hicieron que el de 1986 fuera mucho más grave en muertes y destrucción”, dice el historiador.     

Muchos de los edificios que ahora son tachados con bandera roja, o sea inhabitables, poseen un amplio valor histórico y arquitectónico, pero rescatarlos ahora es imposible.

 “Las edificaciones altas que pretenden ser reutilizadas tienen que hacerse estudios estructurales, no por parte de ingenieros civiles y arquitectos, por gente que tiene doctorado en sismología y estructuralismo”, agregó el historiador. 

Algunos de los edificios que quedaron dañados son:

? Edificio Dueñas, ubicado frente a la Plaza Gerardo Barrios

? Edificio del Gran Hotel San Salvador 

? Edificio del Instituto Salvadoreño del Café 

? Edificio Tazumal 

? Hospital Nacional de Niños Benjamín Bloom, en el cual se registró un único fallecido

? La Biblioteca Nacional y el Ministerio de Educación 

? Ministerios de Hacienda, Planificación, Trabajo, Agricultura y Ganadería y la sede de la Dirección General de Correos 

? Edificio Rodríguez Ruiz 

? Edificio de la compañía Tropigas 

? Edificio Torre López, en cuyo sótano funcionaba el cine Izalco 

? Edificio CEFESA 

? Varios edificios de la Universidad de El Salvador 

? Colegio Externado de San José 

? Catedral Metropolitana de San Salvador

? Escuela Santa Catalina, donde murieron 42 niños 

? Hospital General del Seguro Social

Sermeño sentencia que si estos edificios son rehabilitados “tendrán que ser hechos con estudios bien elaborados, bien diseñados, porque otro terremoto como el del 86 sería igual de devastador”. 

 A pesar de ello, edificios que son marcados con bandera roja como el de la Lotería Nacional, aún funciona o el caso más paradójico es del edificio de gobernación, que es una estructura dañada y alberga la oficina de Protección Civil, el ente encargado en gestionar el bienestar de la ciudadanía en cualquier catástrofe.

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Mejores construcciones

El terremoto de 1986 ocasionó cambios muy grandes, a nivel de construcción en la zona rural y el área metropolitana era predominante el uso de bahareque y adobe.

 La catástrofe prácticamente significo la destrucción del 60 % de esos barrios. Hoy en día se consta mayoritariamente con construcción mixta y nuevas normas sismorresistentes que no existían en ese entonces. Por esa razón los hechos del 2001 el 13 de enero y 13 de febrero, la mayor cantidad de daños obedeció a deslizamientos de tierra más que al colapso directo de viviendas que causaron víctimas. 

Entre otros cambios, cabe mencionar según el Director de Protección Civil, Jorge Meléndez, existe un monitoreo más detallado de los sismos en todo el país, además se cuenta con un mapeo de forma más precisa las zonas más vulnerables y un sistema nacional de protección civil con mayor coordinación con las instituciones del país.

Es deber de la Dirección Nacional de Protección Civil precisar el diagnostico de la infraestructura señalada con bandera roja, a base de un diario oficial que señala a más de 2000 edificaciones; sin embargo los intentos de estudio y recuperación han sido infructuosos dado que no hay registro donde se constate que se hizo con ellos ni que medidas se tomaron. 

La institución responsable de ese tipo de registro era el DUA (Dirección de Urbanismo y Arquitectura) desapareció en el periodo de 1999-2001 y con ella toda la información alusiva a ello, siendo esta una situación alarmante.

Hasta el momento se ha hecho una evaluación  de 1,252 edificaciones públicas, principalmente de educación, de salud y de algunos ministerios, para sondear el estado de las mismas con el fin de tomar medidas correspondientes.