Rosa, una habitante del cantón El Cedro, en Panchimalco, vivió una semana de posada en la casa de unos parientes, en una colonia capitalina.
La señora, que se dedica a cuidar a seis niños, abandonó su hogar junto con su familia, el 13 de septiembre, cuando se corrió la voz de que pandilleros matarían a los lugareños que no se marcharan.
Aunque la mujer y sus parientes no fueron amenazados, empacaron algunas pertenencias y salieron de la zona al ver que muchos de sus vecinos de toda la vida huían.
El lunes pasado, Rosa y algunos de sus allegados retornaron a la casa. Hoy, dijo, lo hará el resto de sus parientes que se refugió en otro lugar.
La pobladora dijo ayer que regresó porque la casa donde fueron acogidos era pequeña y no querían incomodar.
Además, por medio de unos vecinos que no salieron del cantón pese a la amenaza, se enteró de que la Policía estaba patrullando de forma permanente y decidió arriesgarse.
“Ya no nos volveremos a ir, aunque por las tardes tenemos miedo de que algo pueda pasar...Pero hoy que andan ellos (los policías) aquí, y que mi hijo también va a regresar, nos sentiremos un poquito mejor”, dijo la señora.
Otra residente contó que ella y su esposo no se fueron porque nadie los amenazó. Sin embargo, por precaución, mandaron a sus hijos a la casa de unos parientes mientras pasa la tormenta en el cantón.
Desde el día del desplazamiento forzado, decenas de policías han sido enviados a los caseríos El Cincho, La Finquita, El Carmen y Los Jorge para dar seguridad permanente a los lugareños y cuidar los bienes de quienes no están.
Los agentes explicaron que el éxodo empezó tres días después de que dos supuestos colaboradores de la Mara Salvatrucha fueran asesinados por rivales en una casa de la zona.
Tras matar a los hombres, los delincuentes advirtieron a sus parientes que se marcharan o les pasaría lo mismo. Eso desató el miedo colectivo.
Las autoridades informaron que esa zona rural de Panchimalco colinda con los cantones La Lima y Ojo de Agua, de Huizúcar, La Libertad, y desde ahí llegan pandilleros de la 18 para ir ganando territorio.
Dos días después de este éxodo, decenas de familias del cantón El Castaño, en Caluco, Sonsonate, salieron de sus casas por las pandillas.
El director de la Policía, Howard Cotto, aseveró ayer que estos desplazamientos han sido sobredimensionados a niveles que “no corresponden a la realidad”.
En reiteradas ocasiones, funcionarios de Seguridad han dicho que quienes huyen de sus casas y no vuelven, pese a las medidas de seguridad, es porque están vinculados con las pandillas.