Pandillas recrudecen la violencia en varios lugares de Sonsonate

Entre las víctimas hay tres parientes de policías. Los cantones están sitiados por delincuentes

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El padre y un hermano de dos policías fueron asesinados el 10 de septiembre en Nahuizalco. Cuatro días después

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17 September 2016

El asesinato de un empleado del Cuerpo de Agentes Metropolitanos de Sonsonate y hermano de un policía, cometido el miércoles en Izalco, podría haber sido en venganza por la muerte de tres pandilleros de la 18 en dicho municipio, según fuentes policiales.

José María Marroquín  Chávez fue ultimado, a las 10:00 a.m., por seis pandilleros mientras estaba en su día libre realizando tareas agrícolas en el cantón Cruz Grande, en Izalco. 

Antes de que se cumplieran las 24 horas de su asesinato, la Fiscalía reportó las muertes violentas de Katherine Yamileth Martínez Alarcón, de 19 años, en el cantón La Joya, del referido municipio, y de Miguel Angel Jiménez Sánchez  en  el cantón El Carrizal de Nahuizalco.

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El viernes dos agricultores fueron abatidos a balazos por pandilleros, y este sábado, dos pandilleros murieron en un tiroteo con soldados y policías en el cantón Comalapa, de Caluco, otros de los municipios de alto riesgo y violentos en estos últimos días.

La tarde del jueves también fue asesinado a balazos un hombre no identificado en el cantón Cangrejera de Izalco.

Las autoridades no tienen indicios sobre los móviles de estos asesinatos, que  hasta el 15 de septiembre superaban los 10.

Estas muertes violentas podrían situar a Sonsonate, al final del mes, entre los departamentos más sangrientos.

A esto se suma que más de una decena de familias de un cantón de Caluco abandonaron el jueves sus viviendas por amenazas de pandillas.

El éxodo, según las autoridades, fue dos días después del asesinato de un sexagenario que trabajaba el campo.

La muerte del agente del CAM ha sido atribuida por la Policía a la pandilla 18.  

Esta agrupación, a finales de agosto, perdió a tres de sus integrantes en un enfrentamiento con  policías en el mismo cantón donde mataron a Marroquín.

Algunos agentes consultados por El Diario de Hoy no descartaron que los delincuentes tuvieran información sobre la vida de la víctima (como suelen hacer con los pobladores de las zonas donde delinquen) y solo esperaban una oportunidad para atentar contra ella.

Las fuentes sacan esa conclusión porque cuando mataron al empleado municipal estaba rodeado de otras personas, pero no les hicieron daño.

Dos días antes del homicidio de Marroquín, la madre de otro policía fue atacada a balazos en San Julián. 

El 10 de septiembre también fueron hallados asesinados el padre y un hermano de dos agentes en el cantón Pushtan, de Nahuizalco.

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Ese mismo día, un delincuente fue abatido a balazos por policías a los que atacó en el cantón Piedras Pachas, de Izalco.

 Los municipios de Armenia, Acajutla,  Cuisnahuat y San Julián también han sido escenarios de muertes violentas en lo que va de este mes.

Las autoridades señalan que algunas de las víctimas fueron atacadas porque se resistían a cumplir exigencias de las pandillas. 

A otras las habrían matado porque tenían vínculos con los grupos delincuenciales o eran rivales.  Mientras que los hechos violentos en los que murieron familiares de policías son para intentar amilanar a los agentes en venganza por el trabajo que realizan.