Rafael Arévalo, el tenista perseverante

Desde niño hizo de este deporte su pasión, y a medida iba creciendo comenzó a cosechar triunfos a nivel nacional y centroamericano. A nivel internacional se ha enfrentado a tenistas con una gran trayectoria, como Roger Federer.

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15 September 2016

Comenzó a jugar tenis como un “hobbie”, pero más adelante descubrió que tenía talento y por eso viajaba tres veces a la semana desde Sonsonate a la Federación Salvadoreña de Tenis (FST). A los nueve años ya era miembro de la selección de menores y representaba a El Salvador en torneos de Centroamérica, el tenis ya era parte de su vida. Te invitamos a conocer más sobre el tenista salvadoreño Rafael Arévalo, nuestro salvadoreño del mes de septiembre.

A sus ocho años comenzó a jugar tenis en un club de playa y al venir a San Salvador participó en un torneo Centroamericano, donde resultó ganador. “Los logros que iba teniendo tan rápido me motivaron a introducirme de lleno en el deporte, me convertí en el número uno de diez años, la primera categoría que existe en el tenis. Era el número uno de El Salvador y Centroamérica, recibía mucho apoyo por parte de mis papás”, dijo.

Para Rafael, el tenis fue siempre parte de su vida, “lo veía como cuando uno se levanta por la mañana y tiene que desayunar, así era el tenis para mí, era levantarme y sabía que ese día tenía que jugar”. Rafael acepta que lo que más le gustaba del tenis eran las competencias, y desde que empezó a practicar tenis se dio cuenta que los 100 mejores del mundo son aquellas que pueden vivir del deporte, entonces “esa fue mi meta, llegar a ser un tenista profesional y uno de los mejores 100 del mundo”.

El tenista explicó que si se quiere participar en torneos federados es necesario estar inscrito a la Federación. “Tuve la fortuna de ser uno de los mejores jugadores desde los diez años, entonces la Federación me invitaba a ser parte de los equipos, por lo que a los 15 me convertí en el número uno de la categoría mayor, que es la Copa Davis por El Salvador”.

Sin embargo, para Rafael el principal apoyo para triunfar son los padres, ya que “uno no puede llegar a ser nada si no tiene el apoyo de su familia, yo estoy muy agradecido y complacido con mis padres porque siempre estuvieron, y siguen estando junto a mí”. 

Su mamá era la que lo llevaba las tardes a entrenar a San Salvador, mientras que durante sus competencias era su papá, quien se encargaba de ir con él por todo el mundo.

Rafael considera que lo que marcó la diferencia para convertirse en tenista profesional fue que sus padres siempre permitieron que tomara sus propias decisiones.

A pesar que no le gusta hablar mucho de sus cualidades, Rafael es una persona que no se da por vencido y no ve las cosas como imposibles. “Me gusta trabajar duro por cada reto que me propongo en la vida y si yo quería ser un tenista profesional y tenía que salirme del colegio, tener menos amigos, dejar de disfrutar muchas cosas de la vida, viajar 40 semanas por año y entrenar 8 o 9 horas por día, no importaba. Lo que yo quería era ser uno de los mejores del mundo”.

A sus 12 años, migró a San Salvador y entró a un programa de alto rendimiento, viajaba todos los días en microbús, practicaba a todas horas sin falta. Vivía para el tenis, por ello a los 18 años emigró a España, ya que El Salvador no tenía las condiciones para realizarse como deportista.

“Fue la decisión más difícil, alejarme de mi familia no me costó tanto, pero si sufrí por mi nacionalismo, debido a esto, lo primero que hice al regresar fue hacer una escuela que pudiera permitir que la gente no se tenga que ir y no tener que gastar tanto dinero para su carrera”. Algunos de los mayores logros de este tenista, originario de Sonsonate, ha sido participar en Wimbledon, US Open, Roland Garros y en las Olimpiadas de 2008.

“Eso me decía que había cumplido todo lo que yo soñé desde los ocho años”, comentó.

Asimismo, dentro de sus mejores partidos se encuentran: jugar contra un jugador nacional, mayor que él, “pero a los 15 años le gané y nunca más me volvió a ganar; igualmente, cuando le gané al británico Andy Murray; y el otro, competir contra Roger Federer en las Olimpiadas del 2008. Haber tenido la oportunidad de jugar con él marcó bastante mi carrera”, dice con emoción.

Aunque los enfrentó, tuvo muchos obstáculos, ya que el país no tiene una tradición para con el tenis, puesto que “la estructura de competencia no es comparable con escuelas de alto rendimiento en el extranjero”, pero considera que hay una oportunidad de cambiar este hecho porque las federaciones tienen la capacidad de invertir más en el deporte.

“Yo decía cómo es posible que una persona que le dedica su vida al tenis no tenga un apoyo, entonces qué hace la Federación de El Salvador, a partir de ahí yo comencé a querer cambiar eso, de eso hace 10 años, hasta el año pasado logré entrar a la junta directiva; pero no entré como presidente, sino como miembro de la junta”, pero en 2016, Arévalo fue nombrado presidente de la FST.

“Es necesario que exista la iniciativa propia o que exista una ley para que diga que el dinero se debe invertir un tanto por ciento, verdad, ya el INDES está presionando en este aspecto. Siempre hay personas que tienen buenas intenciones y otras no tanto, para eso están las leyes para que las personas tengan las puertas cerradas para destinar los fondos a otras cosas que no sea el deporte”, explicó.

Rafael se mira en un futuro con deseos que su país salga adelante y que tenga buena calidad en el deporte porque “un salvadoreño tiene posibilidades de ganar, eso es algo que quisiera ver”.

“Creo que es un país pequeño con mucho potencial, la gente es muy creativa, mi sueño es poder ver buenas cosas que otros países han logrado y por qué El Salvador no. Esta Federación tiene 16 canchas, la más grande de Centroamérica, por qué tenerla descuidada, hasta no verlo no me podré sentir bien”, agregó.

Rafael lucha por “incentivar a los atletas para que puedan obtener un pathway”, que es una ayuda monetaria para que el jugador llegue a ser un profesional. “La idea es que nunca puedan decir, lo económico es mi problema, si soy el mejor”.

Por ello, este tenista salvadoreño aconseja a los jóvenes que si desean meterse en el deporte, no tienen nada que perder. El deporte es una buena forma de formarse.

Actualmente, Rafael aún sigue siendo parte del equipo de la Copa Davis, pero tiene muchas ganas de retirarse. “Todavía hay un hueco generacional porque los jugadores que están bien son muy pequeños; no obstante, la actividad durante el día, entrenar, eso ya no hago porque hay otras perspectivas de luchar por el tenis. La etapa como jugador requiere de otras condiciones”, explicó.