Mirémonos en este espejo

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13 febrero 2014

Los que piensan que un nuevo gobierno del FMLN traería prosperidad para la clase media y los pobres harían muy bien en mirar lo que ha pasado en el desempeño pésimo de este gobierno en todo lo económico y social. No hay dimensiones en las que los indicadores del país se hayan siquiera mantenido. En todas ha caído, desde la competitividad hasta la calidad de la educación y la atención a la salud, y hasta los niveles de crimen. En medio de este desplome, el desperdicio ha aumentado y la deuda del país ha subido rápidamente.

El FMLN trata de compensar por esas malas noticias diciendo que el problema de este gobierno ha sido que Mauricio Funes no es un pura sangre del partido. Si Salvador Sánchez Cerén gana la presidencia, dicen ellos, las políticas se acomodarán a la verdadera ideología del partido, que es el comunismo a la cubana, rebautizado y financiado como el Socialismo del Siglo XXI. Según ellos al aplicar esta ideología la prosperidad va a brotar a borbollones.

Pero el pueblo salvadoreño haría bien en mirarse en el espejo de Venezuela desde tres perspectivas. Una es que sus políticas económicas los han llevado a un estado de desastre sin precedentes en América, con la excepción de Cuba, a pesar de que el país ha gozado de altísimos precios en su exportación más importante, el petróleo. Después de diez años de esos precios altísimos, la infraestructura del país sigue siendo tan subdesarrollada como lo era antes, los servicios sociales siguen siendo tan malos como antes también, la inflación nunca habían azotado tanto al pueblo venezolano. La calidad de vida nunca había estado tan mala.

La segunda perspectiva es que además de tener pésimas políticas los socialistas del Siglo XXI operan como parásitos en su manía de expansión. Quieren conquistar América Latina y para lograrlo desangran a los países que controlan. Después de exprimir a Cuba hasta sacarle toda la sangre, se movieron a Venezuela, a la que ahora están exprimiendo hasta los huesos para financiar el mantenimiento de su régimen en Cuba y su instalación en El Salvador y otros países. Si agarran a El Salvador, lo van a exprimir para financiar a Cuba misma y su instalación en otros países.

Por supuesto, nosotros no nos podemos comparar con Venezuela en términos de potencial económico. El país es mucho más grande geográficamente (tiene 916 mil kilómetros cuadrados), tiene inmensos recursos naturales (el petróleo es sólo uno de ellos) y tiene cinco veces nuestra población. Pero el hecho que hayan sido capaces de estrangular a ese país y postrarlo como lo han postrado, y haberlo hecho cuando estaba gozando de altísimos precios el petróleo, demuestra lo letales que pueden ser los socialistas del Siglo XXI. A la peste no le importa si la víctima recién conquistada muere en el proceso. Lo importante es reproducirse para conquistar nuevas víctimas. Si eso le han hecho a Venezuela, imaginen lo que le harían a El Salvador en nombre de la solidaridad de los pueblos, que es realmente la solidaridad de los jerarcas.

La tercera perspectiva es el odio que inyectan en la sociedad para asaltar y mantener el poder. Venezuela se ha convertido en una sociedad dividida, con grandes resentimientos separando grupos, estratos y movimientos políticos. Este es el ambiente más nefasto para el desarrollo. Es el más propicio para el crimen, por lo que no es ninguna sorpresa que Venezuela se convirtió en uno de los países más violentos del mundo durante los gobiernos del Socialismo del Siglo XXI. Ese ambiente sólo beneficia a los tiranos, que sólo pueden controlar a pueblos divididos.

El pueblo salvadoreño se ha pronunciado consistentemente contra la polarización y el conflicto. Eso es lo que han promovido los socialistas del Siglo XXI en Venezuela y aquí también. ¿Les entregará el poder total a ellos para que terminen de convertir a El Salvador en una tierra de odios?

*Máster en Economía,

Northwestern University.

Columnista de El Diario de Hoy.