Por su culpa, por su culpa, por su gran culpa…

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17 febrero 2014

El Tribunal Supremo Electoral (TSE) debe corregir sus pecados de pensamiento, palabra, obra y omisión. Hasta la fecha aún no los confiesa, pero eso se resuelve en los siguientes cuatro párrafos. Antes la aclaración: en las últimas décadas, el TSE ha realizado una buena labor en la administración del proceso electoral y en el conteo y transmisión de los resultados. Sus falencias provenían de su función como árbitro electoral en casos como la "resucitación" del PCN y del PDC, por ejemplo. Sin embargo, los últimos acontecimientos, que atañen a ambos roles, manchan notablemente la hoja de vida de una institución medular en la estabilidad política de El Salvador.

Pecados de pensamiento. ¿Por qué los magistrados del TSE guardaron silencio sobre los 542,974 electores que no habían renovado su DUI? ¿Por qué hablaron del tema hasta después de que la primera vuelta expusiera una baja participación de salvadoreños? ¿Qué pasaba por sus mentes cuando se negaban a promover el voto como siempre sucede? Los pecados de pensamiento son difíciles de comprobar por obvias razones, pero los indicios se encuentran a la vista. Avancemos.

Pecados de palabra. Afirmar que hubo una "participación real" del 64% fue un lamentable acto de desinformación. Por una parte, porque el medio millón de ciudadanos con documentos vencidos también tienen el derecho al sufragio y al no renovar su DUI optaron por no ejercerlo. Por otra parte, porque la calificación de participación "alta", "media" o "baja" parte de un análisis comparativo; si desea saber si la gente votó más o votó menos, se debe conocer qué tanto ha votado en el pasado. En este sentido, comparar el 64% con las participaciones de 2004 y 2009 (67% y 63%, respectivamente) presenta dos problemas: se utilizan indicadores de participación distintos y se ignora el hecho de que el vencimiento del DUI no fue obstáculo para participar en tales comicios. Tampoco es válido comparar cifras con elecciones anteriores a 2004, ya que se votaba con el Carnet Electoral y la dinámica registral era totalmente diferente. No señores, si se desea analizar la participación dividan los votos válidos entre el total del padrón y eso arroja una participación del 55%. Otro acto de desinformación: ante varios medios que preguntaban por qué no investigaban ciertas donaciones prohibidas a un partido en particular, el presidente del TSE afirmó que aún no había recibido denuncia alguna y que el Tribunal no podía "actuar de oficio" o por impulso propio, como si los artículos 254 y 74 del Código Electoral y de la Ley de Partidos Políticos --que precisamente lo facultan para actuar de oficio-- no existiesen.

Pecados de obra. El mismo día de las elecciones, apareció un comunicado del TSE sobre el cambio de ubicación de 39 centros de votación. Desde irresponsabilidad hasta ineficiencia, todavía sobran varios adjetivos y sinónimos para describir la actuación del Tribunal en este punto.

Pecados de omisión. De todos los pecados cometidos por el TSE, los más tristes e indignantes son los de omisión. Omisión es permitir que gobiernos extranjeros o empresas con participación estatal financien a un partido político, pisoteando el artículo 67 de la Ley de Partidos Políticos. Omisión es permitir que funcionarios públicos destinen el dinero de los contribuyentes a pagar propaganda en televisión, pisoteando los artículos 218 de la Constitución y 178 y 184 del Código Electoral. Y sí, me refiero al presidente de la República quien no sólo esconde el gasto en publicidad con que costea esta propaganda, sino que desobedece una resolución de la Sala de lo Constitucional que ordena el cese de su comportamiento. Omisión es ignorar la demandas ciudadanas de promover una campaña de llamado al voto, como si el ausentismo fuese deseable en democracia.

Señores del TSE: por su culpa, por su culpa, por su gran culpa, la legitimidad del actual proceso electoral está resquebrajándose entre la arbitrariedad y la inequidad. No se trata de faltas veniales, sino de auténticos pecados mortales que colocan en grave peligro al sistema político construido a partir de 1983 y a la apertura democrática impulsada desde 1992. Por eso ruego, a ustedes ciudadanos, que intercedamos por nuestro por futuro y el de nuestras familias y que no nos quedemos con los brazos cruzados ante estas flagrantes violaciones.

*Colaborador de El Diario de Hoy.

@Guillermo_MC