Alea iacta est

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12 febrero 2014

La suerte está echada. Si cruzamos el Rubicón, no hay vuelta atrás. No parece justo acatar el dicho que sentencia a un país a tener el gobierno que se merece. No es justo pues a los habitantes de ese país les han hecho trampa sus líderes. No les han contado la verdad, ni tampoco les han preparado para descubrir la verdad. Esos habitantes han sido manipulados, engañados, defraudad...os y pisoteados en su dignidad de tal forma que su voluntad ha sido doblegada a los intereses de una casta de politiqueros atrincherados en esas estructuras del mal, mal llamadas partidos políticos.

No es justo que cuando al fin la gente despierte se encuentre con que fueron drogados por hábiles manejadores del engaño y de la mentira, cual viles "dormilonas", para conseguir lo que nunca lograrían si el juego fuera limpio. De tal forma, nos encontramos en la encrucijada del no retorno. Si nos equivocamos, perecemos colectivamente y nuestros destinos habrán caído en las manos de quienes buscan un sistema totalitario que sofoca las voluntades de sus ciudadanos.

Desafortunadamente, los paladines de la justicia han estado "descansando", desentendiéndose del quehacer político de nuestro país, cayendo, sin darse cuenta, en la descripción que hicieran los antiguos griegos para referirse a las personas que no se involucran en los asuntos públicos: idiotas.

He sentido la necesidad de poner mis cartas al descubierto. Me he sentido compelido a tomar bando muy a pesar de mis convicciones, pero no quisiera algún día verme al espejo y encontrarme con un pobre diablo que prefirió callar y abstenerse antes de sacarse el disfraz de neutralidad, esa odiosa posición que se convierte en una excusa para esconder la apatía, la cobardía y la indiferencia.

Estuve convencido de que el único camino decente ante el ejercicio del sufragio era la anulación del voto, argumentando que era la última y escuálida forma de expresar nuestro rechazo pues los que tienen secuestrada la democracia en nuestro país no nos han permitido participar en nuestro derecho a escoger a los candidatos y nos han ofrecido "a dedo" a lo peor de la calaña política para obligarnos a marcar con una "X", una bandera tras la cual se esconden personajes siniestros con oscuras intenciones.

Esto mismo lo ha entendido la mayoría de personas en capacidad de emitir su voto y han preferido abstenerse de ir a las urnas. El resultado es obvio: el candidato y su partido ganador, por el momento, lo han logrado con el beneplácito de apenas un 30% de votos a favor. El resto ha sido repartido entre los otros dos grandes contendientes, que de igual forma, no han logrado obtener más que un 25% y un 7% de los votos. El resto, 47% de los capacitados para votar, no han sentido ni la motivación ni el convencimiento suficientes para tomarse la molestia de asistir al lugar de votación, a pesar de que en esta ocasión, por primera vez, este lugar era accesible tomando un corto paseo a pie.

Ahora solo nos queda el repechaje y después de esto solo nos quedarán las lamentaciones. Porque una cosa es obvia: los que ahora gozan de una aparente mayoría, han expresado pública y claramente que el camino que tomarán será el de socavar y prostituir las instituciones para transformar el sistema en un mecanismo de ratificación acelerada de propuestas que conducen a la perpetuación de su partido en el poder sin contrapesos. A partir de ese momento seremos simplemente unos borregos y nuestra capacidad de corregir el rumbo habrá sido removida totalmente. Tendremos lo que nos han anunciado de manera cínica y descarada: un sistema replicado de ese esperpento llamado socialismo del siglo 21. Ese será nuestro camino hacia la servidumbre.

Me ha costado llegar hasta aquí. He sido un detractor implacable de aquellos que han tenido la oportunidad y el mandato popular y los han ignorado. Mi rabia ha sido el resultado de haber puesto mis simpatías en ese partido y haber sido defraudado. Me convertí en uno más de esa gran masa de compatriotas que creímos en la libertad y que entendimos que ésta había sido secuestrada, en aras de una supuesta diversidad ideológica que solamente era un disfraz para engañar y esconder una mentalidad totalitaria. Y ahora no me queda otro camino que declarar públicamente que he estado equivocado.

Para esta segunda vuelta solo nos queda trabajar para lograr que nuestras costumbres republicanas y nuestros principios democráticos no sucumban. Sólo hay un camino y es que el partido ARENA y sus dirigentes entiendan esto: es necesario cambiar de rumbo y presentarle al país esos principios y esos valores que dieron origen a su partido en medio de una guerra fratricida y que con le paso del tiempo y haciendo abuso del poder, fueron desplazados por intereses mercantilistas que sofocaron rápidamente el entusiasmo de una acuerdo de nación al que se le dio el nombre de Acuerdo de Paz.

He sido un duro crítico de ARENA y ahora no me queda más que gritar a los cuatro vientos que sus dirigentes permitan que el partido retome sus principios fundacionales y abra sus puertas a la llegada de miles de simpatizantes alejados por su soberbia. Este es el momento. Esta es la última oportunidad de salvar a nuestra patria. Y aprovecho para invitar a los buenos ciudadanos, a los que aún no han sucumbido a los cantos de sirena del FMLN, a los jóvenes que no se sienten atraídos hacia la política y a toda la gente buena de El Salvador, a que votemos el 9 de marzo, no por esa ARENA descarriada de los últimos 20 años, sino por un futuro en el que todos juntos podamos levantar una verdadera y sólida democracia, bajo un estado liberal inclusivo y social que nos permita convivir en paz, en libertad y en prosperidad. Ante un socialismo del siglo 21 forjemos un liberalismo del siglo 21.

Votemos por una ARENA LIBRE Y DEMOCRÁTICA y vigilemos su transformación y desempeño. Y para los que seguramente me atacarán despiadadamente les aclaro: ¡no ando buscando hueso! Seguiré intentando construir, con otros, un movimiento patriótico, ético y solidario que reúna y fomente ciudadanos activos y participativos dentro de un marco comprometido con el imperio de la ley.

*Colaborador de El Diario de Hoy.