Una familia pagó 450 dólares por el alquiler de una residencia de dos plantas, cochera, cuatro cuartos, piscina, sala y comedor, entre otras características en Santa Tecla, pero a la hora de ocuparla, los viejos inquilinos seguían en ella y los supuestos dueños desaparecieron.
Como este grupo familiar hay seis más que han corrido la misma suerte, han pagado por adelantado y cuando van a mudarse, la vivienda está ocupada y el encargado se desaparece.
La última familia en pasar ese engaño comenzó retomando un anuncio el 25 de agosto, en el que se anunciaba el alquiler de una residencia con características atractivas.
De inmediato llamaron al teléfono y la propietaria del inmueble dijo que vivía en Zacatecoluca, La Paz, pero que un hermano suyo estaba en Santa Tecla y podía ir a mostrarles la casa.
Sin reparos, los interesados se pusieron de acuerdo con el encargado y fueron a ver la casa el pasado domingo.
Como primera impresión de los interesados, dijeron que la vivienda reunía ciertas condiciones para alquilarla, pese a que la misma se veía descuidada. Los futuros inquilinos afirmaron que en la visita, les llamó la atención que aún estuviera habitada, no por una familia tradicional de tres o cinco personas, sino por más de diez, entre niños, jóvenes y adultos.
El encargado del inmueble con gran familiaridad tocó la puerta de la casa por arrendar y sus moradores abrieron (parecían conocidos) e ingresaron donde les mostró hasta el último rincón de la residencia.
Alejandra (nombre ficticio) principal interesada, relató a El Diario de Hoy que preguntó por qué había personas viviendo en la casa que alquilarían. El pariente de la dueña contestó que ellos estaban solo esperando que su hermana les devolviera el depósito para dejar la casa.
Luego dijo que se tomarían unos días parar acondicionarla, pero que debían pagar el depósito de inmediato para no proponerla a nadie más.
La señora entregó 300 dólares ese día al hombre, dos días después la propietaria, llamó para pedir los restantes 150, con los que se completó el total del depósito ($450).
Alejandra asegura que de los primeros 300 dólares el encargado entregó un recibo pero no por los restantes 150.
La víctima afirma que el señor no tenía mal apariencia para presumir que era un delincuente, además manifestó que era vendedor de carros.
La señora dijo que como garantía harían un contrato y para lo cual necesitaban un documento del encargado pero éste solo portaba una licencia de conducir.
El hombre dijo que no había problema que podía firmar y sellar cualquier documento si fuera necesario.
Luego, “puse como condición que la primer cuota la pagaría hasta que me firmáramos el contrato ante un notario y yo me pasara a la casa, el señor, me contestó que no había problema”, afirmó Alejandra.
La sorpresa vino días después cuando se les llegó el tiempo de pasarse a la residencia. “Le llamaba a los números del señor y la propietaria y nadie contestaba”.
Un periodista de EDH llamó a los números que aparecían en el anuncio y tampoco obtuvo respuesta.
Al no tener respuesta, Alejandra y su familia fueron a su futura vivienda y se encontraron con la familia numerosa que seguía ahí.
“Yo les pregunté que si se iban a mudar y me contestaron que no, además me dijeron que ellos no conocían al señor que llegó a mostrarnos porque ellos la alquilaban a una inmobiliaria”.
Alejandra respondió, “pero ustedes le abrieron la puerta y como que eran conocidos, lo dejaron pasar y a nosotros a ver hasta el último rincón y no se opusieron”.
Los inquilinos se quejaron que días antes habían llegado otras cinco familias a ver la casa y con ellos eran seis.
Muy molestos por esa situación, los viejos moradores llamaron a la inmobiliaria para quejarse del por qué estaban mandando a ver la casa, si ellos estaban al día con sus pagos y no habían decidido dejarla.
El propietario de la inmobiliaria, quien por razones de privacidad no se identifica, ni a su compañía inmobiliaria, confirmó que la familia que se hallaba en la vivienda, eran los verdaderos inquilinos y aclaró que en ningún momento, la compañía había enviado nuevos interesados en alquilar la vivienda, pues el contrato de ese grupo familiar estaba vigente desde el 2013 a la fecha.
El representante legal de la inmobiliaria se desmarcó de toda irregularidad que podría estar sucediendo con esa casa y que solo daba fe que había un contrato vigente para esa residencia y correspondía a quienes la estaban habitando.
“En algún momento pensé en poner la denuncia pero así como están las cosas hoy en día mis hijos me dijeron que dejara las cosas así, que mejor se pierdan los 450 dólares que dimos, a que nos vaya a pasar algo mal a nosotros”, subrayó.
La víctima afirmó que quien le mostró la casa es un hombre de unos 50 años, blanco, nariz grande, alto, ojos grandes, de buena apariencia, identificado según su licencia de conducir como Joel Arnulfo Alvarenga Alvarenga.