El asesinato de un joven de 20 años de al menos ocho disparos detrás del Palacio Nacional la tarde del jueves anterior, pareciera ser el aviso de que la violencia amenaza con recrudecer de nuevo en el Centro Histórico de San Salvador, donde en promedio por mes se han registrado 16 homicidios.
Para contrarrestar los hechos de violencia en un pequeño perímetro de la capital, desde fines de junio, las autoridades desplegaron las Fuerzas Especiales integradas por policías y soldados, cerca de 400 policías y 400 soldados.
Pero a más de dos meses del despliegue, los homicidios no han sido parados.
En un recorrido a pie de un periodista de El Diario de Hoy por el cuadrante capitalino en mención, el viernes anterior en horas de la mañana, no se observó ni un solo policía o militar resguardando a la población que permanece o se moviliza por ese lugar.
Solo se vio la tradicional formación de relevo que los agentes policiales de la Delegación Centro realizan todos los días al mediodía en la plaza Capitán General Gerardo Barrios, frente a Catedral Metropolitana.
Jefaturas de la Policía han afirmado que no siempre los patrullajes se desarrollan a la vista y paciencia de los ciudadanos; porque el principal trabajo se realiza en pasajes, pasillos de colonias y barrios capitalinos.
En algunos casos, se cuentan con información de localizaciones de estructuras criminales, hechos que se investigan al abrigo de las Fuerzas Especiales.
Con esa medida las autoridades buscan devolverle la tranquilidad, al más de un millón y medio de personas que a diario se moviliza por el corazón del país.
A 15 días después de desplegadas las Fuerzas Especiales, la Policía en un balance afirmó que de 16 homicidios por mes en el casco central del municipio de San Salvador, solo se habían registrado dos casos. Sin embargo la mayoría de asesinatos son perpetrados en la periferia de la capital.
Además, el robo, hurto y amenazas se habían reducido en un 70 por ciento.
Pero registros de EDH de acuerdo con cada cobertura de asesinato, luego de los despliegues indicaba al 31 de julio, que la violencia había cobrado la vida de al menos ocho personas.
Entre ellas vigilantes, comerciantes, compradores, transeúntes y hasta presuntos pandilleros.
Los alrededores del mercado Central, una de las zonas más críticas donde convergen decenas de rutas de buses y microbuses y una intensa actividad comercial.
Una de las víctimas que luego de “un refuerzo de seguridad”, fue el vigilante José Manuel Hernández, de 56 años, acribillado mientras realizaba su labor en el edificio 10 del mercado Central.
Frente a esa incidencia de homicidios en la capital, algunos policías bajo el anonimato han manifestado: Que muchos vigilantes privados que trabajan en el centro capitalino están en la mira de los pandilleros, porque son quienes les impiden las extorsiones.
En el caso del joven quien fue privado de libertad y asesinado la tarde del jueves anterior detrás del Palacio Nacional, la Policía y los comerciantes negaron haber escuchado de detenciones.
Un agente manifestó que con frecuencia se están registrando asesinatos en el centro de San Salvador, donde los homicidas utilizan silenciador en sus armas para no provocar escándalo en las personas.
Un día después, los vendedores del Palacio Nacional no parecían ni evidenciaban de lo ocurrido.
Durante el recorrido se observó que las actividades comerciales en el centro capitalino y contornos del mercado Central, calle Gerardo Barrios, Rubén Darío, Primera y 3a. calle Poniente, así como 2a. Avenida Norte, y Avenida Cuscatlán se desarrollaba con plena normalidad.
Nadie quiso referirse al hecho anterior, haciendo suyo aquel mensaje de las pandillas “ver, oír y callar si tu vida quieres gozar”.
Además en el Centro Histórico no se van pandillero merodeando, sin embargo las autoridades afirman que ahí están y sólo salen a matar o extorsionar y regresan a sus escondites.