La prisa por salir en libertad era tanta que uno de los imputados del caso Rais-Martínez le manifestó a la jueza que podrían pagar la fianza en ese mismo momento. Con cheques o en efectivo, como resultara mejor, lo importante era pagar y salir libre.
La jueza se negó y no será hasta hoy por la mañana que los señalados recobrarán la libertad cuando rindan las fianzas que les ordenó.
Pero no haber logrado la libertad de inmediato no fue impedimento para que celebraran los señalados de ser parte de una presunta red de corrupción en la Fiscalía General de la República (FGR) para favorecer a un empresario.
Tras el fallo, los familiares de los imputados corrieron hacia ellos y se fundieron en abrazos y apretones de manos con los abogados. Los policías de las unidades especiales que los custodiaban se hicieron a un lado y todo era una fiesta.
Abajo, en la entrada principal del Centro Judicial Isidro Menéndez, también un grupo de personas que apoyaban a Enrique Rais celebraron el fallo. Los gritos fueron escuchados hasta la misma sala.
El menos alegre era el exfiscal Luis Martínez, quien sólo abrazó a su hermana, a quien le habló por un minuto al oído. Luego se dirigió donde su padre, lo abrazó, lo besó y se fue levantando la mano, no de victoria, sino de saludo, ya que no podrá quedar en libertad porque hoy será acusado por un nuevo delito.
Así terminó la audiencia que estuvo llena de polémica, desde que la jueza se retractó de escuchar los audios del caso hasta por la retención de hombres aparentemente armados en las cercanías de los juzgados.